Antonio Canales

"Que no se puede morir por amor es mentira. Es el arma más fulminante"

  • Coincidiendo con la reedición de 'Torero', el espectáculo que marcó un antes y un después en la vida del bailaor, Antonio Canales ha concedido una de sus entrevistas más sinceras.

Conoce lo que es el triunfo y también la derrota e, igual que en el poema Si de Kipling, a esos dos impostores ha sabido enfrentarse de la misma forma. Así, con humildad, el sevillano Antonio Canales se siente orgulloso de una temporada en la que ha superado las setenta actuaciones de diversos espectáculos y donde lanza, en formato de DVD, Torero, una puesta en escena que, hace quince años, le valió galardones tan importantes como el Premio Nacional de Danza. Aparte, el bailaor inicia una nueva etapa personal, alejada de tormentas sentimentales que, en su momento -y según nos explica él mismo-, estuvieron a punto de costarle la vida.

-¿En qué situación se encuentra en la actualidad? ¿Cómo es la etapa por la que está pasando?

-Pues estoy entre Madrid y Granada, feliz por una situación profesional inesperada puesto que hemos hecho todos los festivales y han salido un montón de galas. Aparte, tengo a mis tres hijos -Antonio, que estudia Periodismo con 23 tacos; Pepito, de 21, ingeniero de sonido, y Sara, la cual, a sus 15, es la más interesada en seguir mis pasos en la danza- y, pronto, seguro que me convierten en abuelo.

-¿Le gustaría eso?

-Pues no sé si estaría preparado. En todo caso sería un abuelo 'putativo' (risas). Acabo de salir de criarlos, con lo que estoy un poco más pendiente de mí.

-A propósito de 'Torero'... ¿Cuál es el balance de estos últimos tres lustros (desde que estrenó el espectáculo)?

-Desde luego que, un camino de dulce, no ha sido. Con el baile he hecho todo: mi familia, mis amigos... Ha sido mi tablón de flote y lo más importante para mí puesto que no me he enterrado de milagro. Ha habido muchas lágrimas y también algunos instantes felices.

-¿Ha antepuesto entonces su profesión a su lado personal?

-Pues sí y, cuando no lo he hecho, no me ha ido bien. En lo sentimental, si te apoyas solo en una persona y te falla, deseas morirte. Terminaron los treinta años al lado de Malena, mi compañera y madre de mis niños, se me fueron dos hermanos y, ése que todo el mundo conoce -y que prefiero no mencionar- también me abandonó. ¿A qué me agarré? A la danza. He tocado el infierno con los dedos.

-¿Cree en Dios?

-En lo divino. En algo sí, pero no en las religiones que están para calmar el miedo en la gente y que, además, hacen daño a la humanidad. Por ellas se hacen las guerras, los enfrentamientos... Pensamos que este planeta es nuestro pero no. Necesitamos más de los bosques que de ningún Papa o imán.

-Habla usted con demasiada verdad. ¿Es no tiene un precio?

-Sí pero, a estas alturas, no voy a cambiar. Dicen que la verdad duele y yo no he querido ser un híbrido de nada. Eso sí, me gustaría pedirle disculpas a Cristina Hoyos por todo porque eso, al final, pasa factura. Aparecen más enemigos, te quitan de la foto del Museo...

Cuando comenté que, en el Ballet Andaluz, no me han llamado nunca, era porque, el público, debía saberlo. Aparte, con la edad que tengo ya -y aunque luego me repercuta-, no voy a cambiar mi manera sincera de expresarme. Así, por ejemplo, nunca he ocultado mi parte bisexual. Soy un hombre abierto a cualquier opción. Cada ser humano tiene su punto de vista y no me apetece que me etiqueten como a un ganso. Eso sí, aún no he sabido lo que es el amor con otro chico. Sea como sea, me ha costado menos desnudar mi cuerpo serrano que el corazón.

-¿Cómo han reaccionado los suyos ante sus confesiones?

-Fenomenal. Antes de que escucharan por fuera que su padre es unmaricón o que estaba drogándose, he ido yo y se lo he contado. Los primeros, mis hijos. Soy como soy.

-Pero la sociedad juega mucho, en este sentido, a la doble moral...

-Es cierto. Y no es justo. Debemos quitarnos esa máscara. Por tener unas tendencias concretas no eres un criminal. Me asusta cómo están comportándose los señores del PP. Tratan a los gays como si no fueran iguales al resto.

-¿Se considera buena persona?

-Me considero bastante buena persona aunque es algo dificilísimo. Amarse a uno mismo es el amor más complicado. En ese proceso es cuando descubres tus miserias, tu egoísmo... Yo estoy intentándolo y estoy corrigiendo lo que menos me agrada de mí para poder mirar a los seres humanos con la cara más limpia.

-¿Tiene quien le quiera?

-Sí. Lo tengo... ¡Por fin! (sonríe). Me han hecho tanto daño en el amor que ya era hora. Estoy feliz y, como me pilla en otra etapa, no voy a entregar todo como sí hice con la madre de mis hijos o con ese individuo que, repito, casi me conduce a la muerte. Me siento como en una primavera.

-¿Es diferente el amor a los casi cincuenta?

-Vas a otro ritmo y deseas otras cosas. Quienes toman determinades actitudes con estos años, al final, resultan ridículos.

-Ha repetido varias veces que, en este tiempo reciente, casi pierde su vida... ¿Por qué? ¿Qué le sucedió exactamente?

-Se unieron varios temas. Lo de mis hermanos y, sobre todo, la traición de la que fui víctima. Caí en la desidia. Nunca lo he comentado pero creí que era superior y me vi con el culo al aire. Me robaron, me quitaron medio corazón descaradamente. Me trataron de pervertidor y drogadicto. Eso de que no se puede morir por amor es mentira. El amor es el arma más fulminante. Con él se hace la vida y la muerte. Perdí la autoestima y, poco a poco, gracias al cariño de los que me rodean, salí adelante. Me marché a Tarragona, a la soledad del campo y el mar, y empecé a tener ganas de seguir y a no sentir odio. A esa persona no me la quiero encontrar más pero tampoco estoy en contra de él. Prefiero que permanezca lejos porque, de nuevo tener veneno, no.

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