HA llegado el momento de ponerle el punto final al secuestro. El Betis no puede aceptar ni un solo día más a Manuel Ruiz de Lopera en el timón de mando de la entidad y habrá que buscar una solución que sea beneficiosa para todas las partes, pues no se puede olvidar que detrás de Real Betis Balompié figura la coletilla de Sociedad Anónima Deportiva y esto, quiérase o no, equivale a euros.

Por eso, dentro de las más elementales normas de convivencia, sin agresiones ni incidentes que se puedan convertir en un boomerang para quienes aman a la entidad verdiblanca, es el momento de realizar esa catarsis tan necesaria en las entidades que se han metido en el más oscuro de los túneles. No es el momento de apelar al valor de las acciones, de que venga este bético o el otro con el dinero suficiente, es un día para la reflexión para todos, y ahí se hallan tanto Manuel Ruiz de Lopera y Ávalos como el más furibundo de sus detractores. Todos deben caminar hacia un punto en común.

A partir de ahí, de la solución meditada y negociada, debe nacer un nuevo Real Betis Balompié, o el mismo Real Betis Balompié con unas ideas acordes al nuevo siglo. Una entidad, en definitiva, que huya del caudillismo al que se ha visto sometida, un club que no llegue a permitir jamás una peña con el nombre de lo que diga don Manuel o don menganito, una sociedad en la que sus incondicionales no duerman todas las noches tranquilos por una gestión unipersonal sino por convertirse en una empresa futbolística con todos sus roles repartidos. Ése, y si este descenso sirve al menos para ello, es el único camino posible para que se le ponga el punto final al secuestro y para que los béticos dejen de padecer este sinvivir.