España

Rubalcaba, el final de un líder que lo fue casi todo

  • El socialista se retira de la vida política tras 21 años ininterrumpidos en los que sólo le faltó ser presidente del Gobierno.

A Alfredo Pérez Rubalcaba sólo le faltó llegar a presidente del Gobierno español para poder afirmar que fue todo en política. El líder del PSOE se retira con 62 años, con muchos éxitos a sus espaldas pero también con el  fracaso de no haber logrado sacar de la crisis a la formación.  

Cuando los militantes socialistas elijan este domingo a su nuevo secretario general,  comenzará el adiós de Rubalcaba, que oficialmente dejará el cargo en el congreso extraordinario que los socialistas celebran el fin de semana del 26 y 27 de julio.  

Rubalcaba fue siempre un hombre de retos, y en 2011 asumió mantener el gobierno de España en manos de su partido tras un último mandato de José Luis Rodríguez Zapatero marcado por el rechazo de la ciudadanía al camino de los recortes que inició en los primeros años de la crisis económica.  

"Alguien que es un sprinter, que es capaz de correr 100 metros en diez segundos, es capaz de ganar en diez meses unas elecciones", dijo de él Zapatero, aludiendo a su pasado de velocista, un sueño  truncado en su juventud por una lesión.  

Pero Rubalcaba no llegó aquella vez a la meta y obtuvo el número de escaños más bajo (110 en un Congreso de los Diputados con 350)  desde la transición democrática.  

Su liderazgo estuvo marcado desde el principio por esa estrepitosa derrota que dio el gobierno a Mariano Rajoy y su Partido Popular (PP). Pero en el 38 congreso federal del partido, en febrero de 2012,  logró mantenerse en la secretaría general, aunque sólo por 22 votos de diferencia con la ex ministra de Defensa Carme Chacón.  

"Somos depositarios de un legado, el de José Luis Rodríguez  Zapatero", dijo entonces en la ciudad de Sevilla.  

Y ese legado lo acompañó durante todo este tiempo, en el que Rajoy  y su partido arremetieron siempre contra él por haber formado parte del gobierno de Zapatero, al que achacan gran parte de los males  económicos que ha sufrido España.  

De Alfredo Pérez Rubalcaba se ha dicho con frecuencia que es un "animal político", algo admitido también por sus adversarios. Cuando a  finales de junio dijo que a la dimisión que anunció tras la debacle  de las elecciones europeas de mayo se unía su retirada para siempre  en septiembre de la política, el Congreso de los Diputados le rindió  una sentida ovación.  

Lleva 21 años ininterrumpidos siendo diputado. Con Felipe González  como jefe del gobierno, fue además ministro de Educación y Ciencia, primero, y del Ministerio de la Presidencia, después.  

Desde ese último cargo le tocó ser la cara del gobierno socialista  en sus peores años, los de los escándalos de corrupción y los GAL, los escuadrones que apoyados por instancias estatales atentaron  contra miembros de ETA.  

Luego, con Zapatero, asumió el Ministerio del Interior y más tarde, el jefe del gobierno socialista lo convirtió en el hombre fuerte del Ejecutivo cuando añadió a ese cargo el de vicepresidente primero y portavoz.  

Al frente de Interior (2006-2011) contribuyó de manera decisiva al  final del mayor problema de la España democrática: el terrorismo de  ETA.  

Siempre estuvo entre los miembros más valorados del gabinete de Zapatero, aunque una parte de la derecha política y mediática siga apuntándole por un chivatazo que frustró una operación policial contra el grupo separatista armado cuando este y el gobierno de Zapatero mantenían el polémico y después fallido proceso de diálogo.  

Pero bajo su gestión ETA sufrió muchos golpes. Y el anuncio del cese definitivo de la violencia, el 20 de octubre de 2011, fue "uno de los momentos más emocionantes" de su vida, según dijo él mismo con  lágrimas en los ojos dos días después del comunicado.  

Este químico convertido en político durante casi toda una vida  vuelve ahora a sus orígenes, que están en la facultad de Ciencias  Químicas de la Universidad Complutense de Madrid. Allí se licenció,  se doctoró y se hizo profesor de Química Orgánica.  

Tenía fama en su día de ser buen profesor, por sus dotes  comunicativas, esas que hicieron de él un buen orador parlamentario,  según reconocen también los enemigos políticos. Y de ellas volverá  ahora a echar mano.  

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