Granada

El taxi vivido en femenino

  • Un libro recoge las anécdotas de 24 mujeres que han optado por ganarse el pan al volante Dicen no sentir discriminación por parte de los hombres

Toñi se quedó esperando a un cliente más de dos horas en el aeropuerto. Tenía que regresar de Asturias y había pactado la vuelta a su pueblo en su taxi. Después de buscarlo e intentar localizarlo telefónicamente, se marchó con la incertidumbre y días después se enteró por las redes sociales de que había fallecido. La historia de Sonia es justo la contraria. Una parturienta la llamó para que la llevara a la maternidad, a unos 30 kilómetros del pueblo. Supo que no llegarían a tiempo y se desviaron al centro de salud. Allí la mujer dio a luz en cuestión de minutos. Vida y muerte, ataques de risa, confusiones graciosas, malos ratos, pasajeros que se quedan profundamente dormidos o que hacen esperar a la taxista mientras buscan sexo en un polígono. Muchas anécdotas, hasta 64, se recogen en el libro Mujer y taxista, anécdotas, que ayer se presentó en Málaga.

Un total de 24 taxistas, cuatro de ellas andaluzas, han escrito esta obra editada por Taxisostenible.com y cuyos beneficios irán destinados a la Asociación Proyectos por la Sostenibilidad. No pretenden más que poder colaborar con la sociedad y plasmar sobre el papel lo que tantas veces se han contado, experiencias de una vida que gira en torno al volante, anécdotas de una profesión en la que aún ellas son minoría. La idea surgió en un foro.

Después de leer las vivencias de otras compañeras, la zaragozana Sonia Rubio planteó la idea de sacar un libro y todas se volcaron con el proyecto. Tras encontrar a quienes respaldaron el proyecto económicamente, el libro vio la luz en unos tres meses. Detrás del detalle contado, se encuentran docenas de razones para elegir una profesión, pero sobre todas destacan dos, el amor por la carretera y la relación con la gente. "Yo tuve un disco-pub durante 13 años, pero cuando tienes hijos eso no es vida, así que ya que me encantaba el volante y había trabajado antes con camiones y grúas, salió la oportunidad del taxi y la aproveché", explica Toñi Santiago. Ella y Eva Torres trabajan en pueblos, por lo que su modo de trabajar es muy diferente al de la ciudad. "Estamos disponibles 24 horas del día 365 días al año, aún así me encanta", opina Eva Torres.

Yolanda Fernández trabaja en la capital malagueña. Su padre, sus hermanos y su ex marido eran o son taxistas. "Nunca me lo había propuesto, veía que era duro, muchas horas al volante, pero me quedé en paro, probé y me gustó muchísimo", dice. Tanto que compró su licencia. "Quitando a cuatro, la gente es muy amable, te lo cuentan todo y te arropan, te hablan como si te conocieran de siempre", añade.

Ella entró en el taxi en tiempos de crisis y asegura que ganar 100 euros al día "lo veo normal". Eso sí, después de 11 horas en la carretera, desde las 4:00 hasta las 15:00. Después coge el turno un asalariado. No hay, aseguran, "discriminación" en este trabajo. "Me siento muy bien tratada por mis compañeros, como una princesa", cuenta Mercedes Pérez. Ella es asalariada y relata como en su primer día de trabajo, hace seis años, un hombre levantó una muleta para solicitar su servicio y ella pensó que la estaba saludando, no lo conoció y pasó de largo. "Hasta que no llegué a la parada de taxi no me di cuenta de que llevaba un transporte público y que el señor era un cliente, el primer día no lo vi y ahora los veo donde no los hay", comenta.

Candy Postigo, aunque en este libro no está presente, también tiene anécdotas para aburrir. Es una de las más veteranas y no tiene pelos en la lengua ni le falta valentía para enfrentarse a deshonestos y ladrones.

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