Granada

El templo de Playa Granada: Una vuelta a los orígenes

La ausencia de columnas, la apertura de un gran espacio o la importancia de la luz en la nueva iglesia de Playa Granada se entienden mejor cuando se conoce a la arquitecta que la ha ideado. Dicen que no se puede dar lo que no se tiene. Elisa Valero posee la candidez de una mirada limpia y directa y es sencilla a la vez que exquisita en el trato, cualidades que dejan su impronta en sus trabajos. De sus palabras parece deducirse que los conceptos hubieran estado ahí, en ese preciso lugar del litoral granadino, y que ella tan sólo los hubiese recogido. Pero el proceso de construcción de este templo inaugurado recientemente ha sido mucho más elaborado. "Es como si llevase pensando esta iglesia desde hace 20 años", señala esta granadina de adopción, nacida en Ciudad Real.

Tras una sólida trayectoria en arquitectura, en la que ha diseñado viviendas privadas, sociales, pero también espacios para niños o "reciclaje arquitectónico", ha dedicado buena parte de su carrera a espacios singulares, como la reestructuración de la luz de la Basílica de Las Angustias o de la iglesia del Corpus Christi, también en Granada. El encargo del proyecto de este nuevo edificio religioso de Motril, por tanto, parece un paso lógico.

A la hora de crear esta construcción, que ha sorprendido en la Costa por sus singularidades, Valero pretende recuperar los principios arquitectónicos de la primera etapa d. C. "Entiendo que ser original es ir a los orígenes y este templo sigue la tradición de las primeras iglesias cristianas, con atrio de acceso, baptisterio octogonal a la entrada, cripta, campanario y coro. Y a la vez, se realiza con un lenguaje contemporáneo, como corresponde a un edificio del siglo XXI", explica la arquitecta.

Pese a la aparente simplicidad de sus formas, esta obra ubicada frente al chiringuito Oleaje y a pocos metros del mar, está repleta de detalles cargados de simbología, como por ejemplo su orientación, hacia el este, pues es "por donde el sol, que es un símbolo de la resurrección".

En el exterior, destaca una cruz tallada en hormigón en cada cara del edificio, por la que se relaciona el interior y el exterior. "La luz entra por ella durante el día y por la noche sale", añade.

Tampoco su acabado en hormigón y la elección de este material es casual: "es la piedra artificial de nuestro tiempo, y Cristo dijo que edificaría su iglesia sobre roca, también porque entiendo que la desnudez de la piedra habla de sinceridad constructiva y de sobriedad". Aparte, están los factores económicos y medioambientales, puesto que es barato y no necesita mantenimiento.

Sin embargo, unas enredaderas en su parte trasera y la rapidez a la que crecen permiten augurar un cambio de aspecto radical en apenas unos meses. Así, para el verano que viene, estará completamente cubierto de vegetación. "Este templo está en un jardín y pretende integrarse en la naturaleza. De hecho, la fachada norte ya está siendo cubierta por la parra virgen que trepa por ella. Está en un espacio abierto, accesible a todos, porque pretende ser cercana a la gente", comenta Elisa Valero. Así, se trata de un espacio exterior abierto, en el que no hay vallas ni muros.

Desde fuera, destaca un campanario de 17 metros de altura, en una construcción realizada en una sola pieza, de una superficie construida de 300 metros, más un coro de 60 m². La altura del edificio es inferior a los 8 metros, que la normativa urbanística marca para viviendas de dos plantas.

Tras una pasarela que pretende dar la bienvenida al público, hay un espacio techado que le cobija de la lluvia o del sol. En la puerta, cuelga un rosario blanco, junto a la una pequeña ventana al interior, que recuerda a las antiguas ermitas en las que se podía encontrar siempre un cristal donde asomarse a rezar, aún estando cerrada.

Ya en el interior, una única estancia en la que algunos domingos ya se han congregado unas 300 personas, tiene como único mobiliario robustos bancos de madera o ligeras sillas, que permiten una mayor flexibilidad a la hora de atender las necesidades de espacio, tanto dentro, como fuera.

En este lugar hay dos protagonistas principales: La luz y el sonido. En cuanto al primero, la arquitecta especializada en este elemento comenta que "es la materia prima con la que se trabaja. A través de ella se materializa la idea de que Dios es la luz del mundo, un único Dios y tres personas distintas. En el templo, hay tres entradas de luz, la primera un lucernario oculto orientado al este, que ilumina de forma indirecta -pero muy clara- el altar. Al oeste, sobre el coro, a través de unas perforaciones en el hormigón por la que al caer la tarde se proyecta sobre el altar una luz visible en forma de cruz y, por último, en el lateral de la nave, a través de la celosía abierta al jardín llega la luz a la nave donde están los fieles". Efectivamente, la luz penetra por el lateral, de manera práctica a la vez que ecológica, y da la sensación de estar en un lugar recogido, a la vez que dentro de un jardín.

La posibilidad de abrir las puertas laterales de cristal hacen que la climatización natural (no tiene aire acondicionado) y un potente aislamiento en el techo también hacen de él un espacio fresco en verano y protegido del frío en invierno. Y es que se han tenido en cuenta factores como estar situado en una localidad donde luce el sol la mayoría de días del año (se ha hecho una cubierta exterior que impide que lleguen los rayos hasta los asientos) o su cercanía al mar, utilizando materiales anticorrosivos.

"El estudio del sonido ha sido otro factor determinante en el diseño arquitectónico, porque aquí la importancia de la Palabra es fundamental. Se ha estudiado geométricamente la forma y los materiales para optimizar la acústica. Se puede observar que suelo y techo no son paralelos y el uso de paneles fonoabsorbentes para evitar la reverberación", continúa Valero.

De hecho, desde cada extremo del templo se oye lo que se dice en el otro, sin necesidad de megafonía, excepto cuando se entra en el especial espacio en el que se ubica la pila bautismal o en el habilitado para un futuro confesionario. En cuanto a los elementos religiosos, destaca la foto de santa Josefina Bakhita, a la que se dedica este templo que ha tardado un año aproximadamente en ser construido. En la actualidad, Ramiro Megías, profesor de Bellas Artes en Granada, está trabajando en la imagen de esta mujer africana del siglo XX que lucirá en la iglesia. También faltan otros elementos, como el retablo o el sagrario definitivo, pues apenas hace unas semanas que fue inaugurada.

Elisa Valero, que cree en la función social de la arquitectura, en el sentido de intentar hacer una vida más agradable a las personas, tras este proyecto, continúa trabajando en otros, como la aplicación de la luz en hospitales pediátricos. Está construyendo la nueva UCI del Hospital Niño Jesús en Madrid con la Fundación Aladina y el área de Neonatos en el nuevo Hospital Materno de Granada, además de continuar con otras facetas, como el diseño de viviendas. Sus edificios están diseminados por varios puntos de la geografía no sólo española, sino también en México, lugares todos por donde dice que va dejando amigos.

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