Iglesia Homilía 'política' del arzobispo de Granada

Los abortistas, como soldados de Hitler

  • El arzobispo de Granada criticó el domingo en la Catedral la nueva ley, que calificó como "genocidio silencioso" y que da a los "varones la licencia absoluta de abusar del cuerpo de la mujer"

El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, lanzó el domingo durante la homilía en la Catedral un nuevo mensaje político en el que criticó ante los fieles las medidas adoptadas por el Gobierno de la nación. En un texto supuestamente dedicado a la Navidad -ese era el mensaje evangélico de fondo-, el centro de su alocución se centró en la nueva Ley del Aborto. El título de la homilía era: La humanidad retrocede ante este genocidio silencioso; y comparó la situación de "miles de profesionales" con las vividas en las dictaduras de Hitler o Stalin.

Martínez comenzó diciendo que la "Navidad estorba, Cristo estorba, la cruz estorba, los cristianos y la Iglesia estorban a los que tienen la pretensión del poder absoluto". De esa crítica generalizada pasó a el punto en cuestión, la ley. "Pocas imágenes en la historia más tristes que la que han ofrecido nuestros parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre. ¿Y a eso llaman progreso? Se promulga una ley que pone a miles de profesionales (médicos, enfermeras, ...) en situaciones muy similares a las que tuvieron que afrontar los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin, o en cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX y que realmente establecieron la legalidad de otros crímenes menos repugnantes que el del aborto. Porque es de cobardes matar al débil. Hubo en la Edad Media -en esa preciosa Edad Media que nadie se atreve a recordar porque tampoco es políticamente correcto- una orden militar cristiana donde los caballeros hacían el juramento de no combatir nunca con menos de dos enemigos a la vez, porque para un caballero cristiano era indigno combatir de igual a igual con quien no era cristiano". "El mundo puede llamarlo estupidez. Yo le llamo valor".

Y sigue. "Pero matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer porque la tragedia se la traga ella [...] como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el remedio".

Pero el arzobispo tiene la solución "a este crimen", el perdón. "Un médico que haya practicado cientos de abortos y que algún día caiga arrodillado, asombrado de su propia mezquindad humana, es abrazado por el Señor. Una adolescente engañada por el chico que abusó de ella o por sus padres, o por la imagen que tiene de sí misma, siempre tendrá en la Iglesia una casa, una familia y una madre".

Incluso relata casos reales. "Ayer mismo me referían el precioso testimonio de un niño deforme que había nacido sin un brazo y una pierna. Hoy casi es un adulto. Me contaban la alegría con la que vive su situación, cómo se baña en la playa junto a sus amigos con su brazo y su pierna ortopédica, y me decían que esa risa no existiría hoy en la creación si una madre hubiera decidido que no era estéticamente correcto tener un niño así".

En su opinión, esta "licencia para matar" es un primer paso de la "pérdida de libertad en nuestra sociedad, el primer paso -gravísimo- que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura y que la libertad es una palabra vacía porque el esclavo tiene el poder de decidir [...] quién tiene derecho a vivir y quién no, qué es lo que tiene que haber en nuestra conciencia, cómo llamar a las cosas o cómo deben ser nuestras relaciones humanas, incluso las más íntimas. Qué es o no un matrimonio", en alusión a las uniones entre homosexuales.

Pero sigue su mensaje y asegura que "toda vida es sagrada, no sólo desde su concepción sino desde toda la eternidad". "Es la humanidad la que retrocede con este genocidio silencioso al que se nos invita y que ahora se promueve, genocidio que se impone a ciertos profesionales como si fuera una obligación -repito: el mismo tipo de obligación que las que tenían los oficiales en los campos de concentración en los que no podían rebelarse porque eran órdenes superiores-".

Tras estas afirmaciones, Martínez apostilla: "el tono de mis palabras puede haceros pensar que estoy haciendo campaña. Ni mucho menos. Se trata de libertad".

Por último, antes de hablar de los regalos navideños, apuntó que "el significado del Belén es que vuestra vida, la de vuestros hijos, la de cada persona con la que nos cruzamos por las calles es preciosa, que cada vida vale más que todos los retratos del Museo del Prado".

La homilía no ha tardado en generar reacciones. La secretaria provincial de Igualdad del PSOE, Josefa Caballero, dijo que estas declaraciones "provocan violencia de género" y que el arzobispo "perpetúa estereotipos" y "echa por la borda tantos años de lucha por la libertad de las mujeres". Así, pide a Martínez que "deje de hacer política desde los púlpitos" y se dedique a "predicar el evangelio".

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