Granada

"La conquista estuvo marcada por una extremada humanidad y amor"

  • El arzobispo asegura en la homilía de la misa de la Toma que la reconquista de Granada fue un ejemplo y un antecedente de los derechos humanos · Los extremistas de ambos bandos fueron los protagonistas del acto

Dentro de un protocolo encorsetado, repetitivo y sin ningún cambio sustancial, la celebración ayer de la Toma de Granada por los Reyes Católicos hace 519 años discurrió sin incidentes graves y de forma menos numerosa que otros años. Eso sí, no faltaron los que se convierten año tras año en los protagonistas del día, los grupos de extremistas de ambos bandos que convierten la celebración en un espectáculo bochornoso para los visitantes que se acerquen a las inmediaciones de la Plaza del Carmen. Incluso este año había orden de la Fiscalía Superior de que se le trasladara cualquier actuación relevante ante un posible delito penal.

Pero hubo un aspecto curioso. El tinte más político lo puso no los propios políticos o militares participantes en el acto sino el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez. En la homilía central de la celebración de la Toma, ante todas las autoridades y los fieles que se acercaron hasta la Catedral, Martínez dijo que "una guerra es una derrota de la humanidad aunque lo que celebremos sea una victoria". Tras esta frase, el tono fue subiendo y aseguró ante su público que de las conquistas, la de los Reyes Católicos fue "la más extraordinaria, exquisita y humana en comparación con otro tipo de conquistas en las que se pasaba a cuchillo. Comparada con otros fenómenos, estuvo marcada por una extraordinaria humanidad y gestos de amor a las personas a las que se incorporaba a la comunidad de la Corona española. Y ese pensamiento español fue el antecedente de los derechos humanos porque se reconocía que las personas de otros pueblos tenían la misma alma".

Un mensaje que acompañó de la "gratitud por una tradición de la que no tenemos que avergonzarnos sino que dar las gracias". Por cierto, que también aprovechó para reclamar el "derecho a la libertad religiosa", en clara alusión al mensaje del Vaticano al Gobierno español sobre la laicidad.

A la Catedral llegó el cortejo después de haber adelantado media hora su salida. Por la mañana, sobre las 10:30 horas, pequeños grupos de radicales ya calentaban motores en la plaza del Ayuntamiento a la salida de la comitiva. Una veintena de seguidores de grupos de extrema izquierda lanzaron gritos de "Independencia", "Viva Andalucía libre", "No tenemos nada que celebrar" o "En Granada, fachas fuera" mientras sonó el himno andaluz. Al lado, un reducido grupo de ultraderecha con banderas preconstitucionales recibían el himno nacional con el brazo en alto ante los gritos de rechazo del otro bando. Entre los dos, un fuerte cordón policial que evitó enfrentamientos.

Precisamente antes de la salida de la comitiva, con la llegada del Ejército a la plaza, el teniente general jefe del Madoc, Francisco Puentes Zamora, que el año pasado se acercó a los de extrema izquierda para recriminarles por los insultos a los militares, se acercó de nuevo a ellos para "agradecerle" el respeto al Ejército que habían tenido durante el acto. Aunque fue sólo la primera parte porque después si hubo gritos en contra.

Tras salir del Ayuntamiento, toda la comitiva inició la procesión cívica con el Estandarte Real, portado por la concejal de Patrimonio, María Isabel Fernández Muriel, hasta llegar a la Capilla Real, donde se procedió al acto religioso y de homenaje ante la tumba de los Reyes Católicos. Tras la misa, presidida por el Pendón de la Ciudad, la corona de la reina Isabel y la espada del rey Fernando, se volvió de nuevo a la cripta de la Capilla Real, donde se tremoló el pendón (en este caso el concejal Eduardo Moral) y se dejó la ofrenda de flores ante las tumbas.

En cuanto a la representación oficial, concejales del PSOE y del PP (IU no acude al acto y de hecho pide su eliminación), el subdelegado del Gobierno, el jefe de la Policía Local, el teniente general jefe del Madoc y representación de la Base Aérea de Armilla, entre otros.

De vuelta a la Plaza del Carmen, ya sí era más numeroso el público que esperaba para ver el acto del conocido "¡Granada! Que'. Según el Ayuntamiento, unas 2.000 personas se agolparon en las inmediaciones del Consistorio. Y de nuevo, con la llegada de la comitiva, los grupos de extrema derecha y de extrema izquierda se enzarzaron en una guerra de gritos y proclamas que consiguieron despistar el centro de la celebración y convertirla en una guerra de himnos y de silbidos.

"Los genocidios no se celebran" o "No eran moros, eran granadinos" eran algunas frases que gritaban la veintena de miembros de un grupo de extrema izquierda que portaba banderas de Andalucía con el lema "Andalucía Independencia" o "Stop Nazis". Enfrente, dos grupos de extrema derecha: los que enarbolaban banderas preconstitucionales y de Falange y los de Democracia Nacional con pancartas que rezaban "Por una nueva reconquista. Alianza Nacional". También había un grupo de personas tras una pancarta en la que se leía "Recuperemos el papel histórico que Andalucía le ha robado a la región de Granada".

El himno de Granada era el más neutral pero cuando sonaba el de Andalucía los de extrema izquierda aplaudían y reivindicaban independencia mientras que los de derechas aplaudían y gritaban vivas a España y al Rey cuando sonaba el himno nacional. Los miembros del Ejército sí recibieron pitadas en esta segunda fase por parte de los grupos de extrema izquierda y aplausos por los de derechas.

Una vez concluido el acto, que no tuvo incidentes destacables por la amplia presencia policial, tanto el alcalde, José Torres Hurtado, como el subdelegado del Gobierno, Antonio Cruz, coincidieron en resaltar la presencia de público y la ausencia de incidentes.

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