UN tercio de los presupuestos de los ayuntamientos de Granada se destina íntegramente a pagar a los funcionarios. Dicho de otro modo, uno de cada tres euros que maneja un municipio es para pagar nóminas. Si a los dos tercios restantes se restan los gastos corrientes, los de mantenimiento y las inversiones programadas, y al total le esquilmamos los recortes de las transferencias y las amortizaciones de créditos el resultado es cero, o incluso menos que cero. Está claro: los recortes de sueldos y dietas que buscando el aplauso nos han contado todos los partidos no tiene ninguna eficacia sobre las cuentas de los ayuntamientos. El absentismo de las plantillas, muchas veces hinchadas, tiene un peso superior a cualquier sacrificio político. Son las estructuras de las instituciones y una forma tradicional y cara de administrar la cosa pública lo que hay que cambiar para que la gestión resulta razonable. No es de recibo que el Ayuntamiento de Motril dedique más dinero a personal que el de Granada. Ni que en ciertos municipios el 40% del presupuesto se vaya en nóminas. Algo hay que hacer.

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