EN tres meses comenzará a ser visible para los granadinos el proyecto de la Universiada de Invierno 2015. Por fin, tras dos años de espera, los planes traspasarán el papel y adquirirán forma gracias al ladrillo y cemento. Se materializará así el legado que este evento deportivo dejará en Granada, una ciudad en la que sus deportistas -sobre todo aquellos vinculados a los deportes minoritarios y no digamos ya los de invierno- están obligados a un sobreesfuerzo por la falta de instalaciones y de apoyo. Las infraestructuras que se crearán hasta 2015 no tienen como único destino ser cobijo de la Universiada, sino dotar a la ciudad y a la provincia de los medios necesarios para que surjan nuevos talentos deportivos que puedan representar a Granada incluso a nivel internacional. Eso, a largo plazo, porque a medio, la llegada de atletas de 52 países ha hecho que los hoteles marquen en rojo el mes de febrero de 2015. El lleno parece que está casi asegurado.
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