EL testimonio prestado ante el juez por los adeptos de la secta hinduista que operaba en el Zaidín produce escalofríos. Orgías, humillaciones y abusos de todo tipo se practicaban supuestamente bajo la máscara de un centro de yoga. El líder religioso, con la complicidad de sus asistentes, ejercía un poder tiránico sobre los discípulos que pretendían conocer los secretos de un sistema de meditación que en realidad tenía rasgos de pesadilla diabólica. Los tiempos de decadencia moral suelen producir tales fenómenos sectarios. El fin de la instrucción está aún pendiente de la resolución de dos recursos por parte de la Audiencia Provincial y de la declaración de otros doce testigos que aún no han sido citados. La defensa del gurú ha aportado, por su parte, el testimonio de varias personas que, durante su estancia en el centro, no apreciaron ninguna anomalía. Por la gravedad de los hechos el caso debe ser juzgado cuanto antes.

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