Mirada alrededor

juan José Ruiz Molinero

Retos culturales

ENTRE los problemas y retos que deberá afrontar Granada en 2013 hay que anotar el capítulo dedicado a los asuntos culturales que, a pesar de la frecuente infravaloración política de las distintas administraciones, son elementos claves para amortiguar el cada día más exiguo peso específico y su proyección a nivel nacional e internacional de la ciudad. Como son pocos los elementos básicos que en este capítulo tenemos todavía -si exceptuamos la nómina personal de creadores que dan la talla dentro y fuera del asfixiante ámbito local- habrá que detenerse en realidades importantes como el Festival Internacional de Música y Danza, del que somos conscientes del esfuerzo que está realizando su actual director, Diego Martínez, por mantener el nivel del certamen y no echemos de menos la fructífera etapa del último responsable, Enrique Gámez, pese a los recortes de las administraciones públicas que intenta suplir con el mecenazgo de entidades particulares, como se hace en otros festivales europeos, entre ellos el de Santander. Además de las actuaciones anunciadas de la Fura del Baus con Orfeo y Eurídice y de la Orquesta Nacional de Francia, con Gatti, citaré a otros destacados directores de orquesta -Eschenbach, entre ellos-, solistas y conjuntos -la prestigiosa Orquesta de la Scala de Milán, por ejemplo- que, de confirmarse, no rebajarán el listón histórico del Festival, aunque estaremos pendientes de la celebración de los bicentenarios de Wagner y Verdi. Mientras esperamos que la presentación del avance de la 62 edición confirme esta impresión, no dejaremos de apoyar los esfuerzos del director y pedir a instituciones y entidades que estén a la altura que exige el máximo exponente cultural de Granada.

Aunque hablaremos más adelante de otros asuntos, no podemos olvidar la situación preocupante de la Orquesta Ciudad de Granada, con las deudas pendientes de las administraciones y los recortes que pueden influir en su calidad. Capítulo aparte merecen el Centro García Lorca, tantas veces pospuesta su inauguración, y el fantasmagórico Milenio del Reino de Granada, entre otras actividades. Eliminadas las posibilidades de desarrollo cultural, caso del Teatro de la Ópera, a la ciudad le quedan pocos clavos ardientes donde agarrarse para no alejarse definitivamente de la pisoteada idea de ser capital cultural de algún sitio.

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