TIENE que haber de todo bajo la alfombra, imagínate lo que habrá escondido, la cantidad de intereses partidistas en todo este asunto como para que la dirección provincial, en lugar de escarmentar a las traidoras, se cebe con el presidente local". Esta frase, servida en bandeja por una fuente de esta redacción, resume varias cosas: el sentir de los populares en Atarfe, el trasfondo de todo el lío creado en torno a las dos ediles que rompieron la disciplina de voto para aliarse con los socialistas y, por último, la escasa o nula claridad en las decisiones que está tomando últimamente el PP de Granada en su propia casa, en asuntos que le atañen a ellos y, de rebote, a los ciudadanos.

Aún con los rescoldos del 'Oturagate', asunto que no está ni mucho menos finiquitado, el PP se mete en otro charco con el escándalo de los votos de las concejales en Atarfe, donde una de ellas, recuerden, es esposa de uno de los imputados en el caso Mercamed, asunto por el que muchos militantes del partido braman hasta dar con la cabeza en el techo y que ha provocado un auténtico aluvión de mensajes en nuestro diario. Y, curiosamente, todos sin excepción hacia la misma dirección. Ni uno ha protegido, alentado o sofocado la figura de las dos concejalas. Pues bien, con este panorama, el Partido Popular no sólo pasa de expedientar a las ediles sino que, por contra, comunica a José Manuel Aranda, presidente y portavoz del partido en Atarfe, que está cesado de su cargo como coordinador de Nuevas Tecnologías en Diputación. Una de dos: o el PP no puede (o no quiere) tocar a las ediles o Aranda ha hecho algo. No cabe otra. Y puestos a especular, si Aranda hubiese sido responsable de alguna actitud o conducta reprochable ya sería publico, a no ser que la desviación de votos de las dos concejalas obedezca precisamente a eso, a que no las tienen todas consigo con el presidente de su partido en la localidad. Pero esto es sólo una especulación.

Como también es sólo una cábala que en el caso Mercamed haya algo que impida tocar a las susodichas, toda vez que, como es conocido, el PP volcó todos sus esfuerzos jurídicos en desenmascarar a los responsables de la trama y, si son condenados, significaría una rotunda victoria para sus filas. Pero nadie se imagina qué puede haber detrás de todo este asunto, qué intereses pueden existir para que los populares no hayan ordenado todavía la investigación del lío de las ediles en Atarfe, y mucho menos hay respuestas para este cese tan sorprendente como inoportuno. En verdad, el PP ha dado un paso, ha movido ficha, y ha sorprendido a todos. Ignoramos quién está asesorando al presidente en este asunto pero, visto lo visto, ha podido meter la pata hasta el corvejón. Cuanto menos, suena descabellado.

El PP granadino va bien de capote y de muleta, pero no remata la faena. Se le escapa vivo el bicho, permítanme el símil taurino, y todo por navegar con absoluta prudencia en todos los frentes que tiene abiertos para no perder plazas de gobierno. Por cierto, si se produce la "espantada" de los cuatro ediles de Atarfe, podría darse el caso de resultar imposible cubrir sus puestos en el ayuntamiento, y tras este episodio deberán recargar las armas porque hay otro Consistorio donde el Partido Popular va a tener problemas. Lo avisamos en su tiempo y, al parecer, ya se está preparando una moción de censura para el próximo mes. En marzo le pondrán las cabras en el corral nada más y nada menos que al portavoz del PP en Diputación y actual alcalde de Cúllar, José Torrente. Los 'otros' van en serio, ¿verdad?

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