Señales de humo

josé Ignacio Lapido /

Así somos

A veces uno toma carrerilla, acelera el paso y ya no puede parar. La inercia es una cosa muy seria. Empezamos criticando a un político de determinado partido porque ha metido la mano en la caja. Con toda la razón. Luego nos cebamos con otro de diferente adscripción por la misma o similar cosa, pero cuando uno se quiere dar cuenta se encuentra con que despotricar contra todos los políticos, por el mero hecho de serlo, se ha convertido en su deporte favorito. En esta columna no hemos ahorrado cogotazos simbólicos a diestro y siniestro cuando lo hemos creído oportuno, pero creo que sería saludable frenar esa inercia ya que corremos el riesgo de gustarnos tanto en la faena de castigo que nos ceguemos y no sepamos diferenciar entre la puerta de chiqueros y la puerta de la enfermería.

A tenor de nuestra vehemencia en la descalificación de conductas ajenas impropias alguien podría deducir que los ciudadanos españoles, nosotros mismos, hubiésemos nacido, crecido y envejecido limpios, puros y beneméritos. No hay asomo de duda: tenemos una gran opinión de nosotros mismos. Los malos, torpes, ineptos y corruptos son los otros, en este caso los políticos. Me pregunto cómo es posible que salga tanto sinvergüenza de un pueblo tan ejemplar.

El otro día se corrió un bulo en Tenerife según el cual había un cajero automático que "regalaba" dinero. Sacabas la cantidad que querías y no quedaba constancia de esa operación. Ni que decir tiene que se formaron largas colas de honrados vecinos que fueron a ver qué había de lo suyo. Reconozcámoslo: los políticos son como nosotros. Como muchos de nosotros. Si se puede hacer la trampa se hace. Si se puede trincar, se trinca. Todos somos corruptibles, el grado depende del poder que uno ostente.

En las piedras del templo de Apolo en Delfos había tallado un aforismo, "Conócete a ti mismo". Si nos lo aplicáramos con más frecuencia tal vez las cosas serían de otro modo, porque nos bastamos y nos sobramos para ensalzar nuestras bondades, pero ¿y nuestras miserias? Vivimos en un país que hace pocos días estuvo pegado a la pantalla del televisor para ver a Falete saltar a una piscina. Un país que tiene en Belén Esteban un modelo a seguir. Un país en el que se ve como sospechoso a cualquiera que se dedique a la ciencia o la cultura. Un país que hace poco más de un año le dio en las urnas una holgada mayoría absoluta al partido que le pagaba sueldo, despacho y secretaria a Luis Bárcenas. ¿De qué nos escandalizamos? Así es como somos. Y de lo que se come, se cría.

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