LOS delegados al congreso extraordinario del PSOE ratificarán este fin de semana la sustitución de Pérez Rubalcaba por Pedro Sánchez como secretario general del partido, legalizando de acuerdo con los estatutos la voluntad expresada por todos los militantes, que por vez primera en la historia de la organización eligieron directamente, entre tres candidatos, al diputado madrileño que habrá de dirigir al socialismo en el difícil trance por el que atraviesa. El primer desafío que afronta Sánchez al inicio de su andadura es el de rodearse de un equipo de trabajo y dirección integrador y unido. En medio de las tensiones propias de los congresos socialistas, el flamante secretario general anunció ayer el nombre del número dos de la comisión ejecutiva federal que encabeza: será César Luena, actual secretario general del partido en La Rioja, de 33 años, que ya ejerció en el pasado de secretario de Organización de las Juventudes Socialistas. Susana Díaz coloca como presidenta del partido a Micaela Navarro tras haber rechazado la pretensión de Sánchez de que fuera ella misma la que entrara en la ejecutiva. Andalucía tiene que influir en el nuevo PSOE porque es la única instancia de poder real que conserva el partido y Navarro es un activo destacado del socialismo andaluz. En la composición del resto de la Ejecutiva federal, donde el peso de lo barones regionales se va a dejar notar, el nuevo líder ha de ser sensible a la necesidad de renovación que está en la base de su propia elección y de integración de todas las sensibilidades presentes en el PSOE. No obstante, el mayor reto que afronta Sánchez es conseguir la recuperación de la centralidad del PSOE dentro del sistema democrático e institucional de España y su reubicación como partido nacional, alternativo desde la izquierda y con voluntad de gobierno. Los problemas del país no esperan. El lunes mismo Pedro Sánchez, recién elegido en el congreso, mantendrá su primer encuentro con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el que tendrá que dar un repaso completo al panorama nacional y empezar a trenzar los consensos básicos entre las dos fuerzas políticas mayoritarias que el país necesita y demanda. Sólo dos días después Rajoy se entrevistará con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, al que habrá de emplazar a encontrar una salida viable y legal al conflicto secesionista que él mismo ha creado con la convocatoria del referéndum por la independencia catalana. Es imprescindible que en ese momento, y tras la reunión previa de Rajoy y Sánchez, el presidente haga valer el único discurso común posible: que PP y PSOE mantienen su apuesta conjunta por la unidad de España y la defensa de la Constitución. Es la primera gran obligación de Pedro Sánchez con la nación y con la democracia.

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