Bloguero de arrabal

pablo Alcázar

La juez Alaya, de verde

ME decía mi madre que nunca se había reído tanto como en la guerra, rodeada de peligros y privaciones. Ahora la entiendo, un día después de la imputación de Acebes, que tantas reflexiones calamitosas podría provocar, me detengo, divertido, en una foto de la juez Alaya, vestida de verde, con zapatos y bolso en tonos marrones discordantes, saludada por un guardia civil vestido también de verde, a juego con la magistrada, y protegida por un escolta, que sujeta su pantalón con un cinto marrón que conjunta con el bolso de su protegida mucho mejor que los zapatos beige que calza su señoría. ¿Conocerá la magistrada de los Ere el refrán que dice: "Mira tú qué guapa eres que con el verde te atreves"? Probablemente, pero tampoco le arredra lo otoñal de su hermosura. Con vocación de reina de pasarela judicial, ha encontrado la manera de desfilar todos los días, sin competencia, y con público asegurado. Esta jueza no sufre la inquietud del poeta que presenta su libro y que no sabe si va a tener público. En la maleta no lleva las actuaciones, sólo ropa y complementos para el desfile. Los procesos los lleva en un pendentif-flash, colgado del cuello. En el caso Alaya, el feminismo del régimen socialista andaluz usa de una cierta manga ancha. Quizá no le importe que digan de ella que es daltónica. Si fuera de la partida, no te libraba nadie del sambenito de machista. Hay, ahora mismo algo tan perjudicial como el machismo para la vida en común. Se llama bipartidismo, que es algo tan antiguo como el patriarcado y que ha recibido otros nombres como maniqueísmo o dualismo. Se trata de que a los del PP no les gusta cómo viste Susana Díaz y, sin embargo, encuentran elegante a Mariló Montero que parece que les es más afín. Más o menos como Acebes que parece que dio dinero negro del PP a Libertad Digital, porque le era afín y para que este periódico, a cambio, difundiera, indesmayable, el bulo de que el atentado del 11M era cosa de ETA en connivencia con Zapatero, para expulsar a Aznar del poder. Así quedaba difuminada también la responsabilidad de Acebes, a la sazón ministro del interior, en la matanza que no supo o no pudo evitar. Anegados por la corrupción, los partidos políticos no pueden hacer otra cosa que achicar a calderos la mierda de sus sentinas, mientras que pregonan que el adversario, está más inundado. No les quedan ganas ni tiempo para ocuparse de gobernar. El que a José Torrente no le guste que Susana Díaz luzca en el ruedo patrio una minifalda, es pecado venial.

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