Quosque tamdem

luis Chacón

La moda de la deuda odiosa

EL programa de la izquierda radical europea se reduce a cuatro lemas reiterados hasta la saciedad: la injusticia social de esta Europa de los mercaderes, la codicia bancaria, la ilegitimidad de la deuda y la nacionalización de los sectores económicos estratégicos que para ellos son todos. Mensajes redoblados desde que Syriza ha accedido al gobierno, aunque la mayoría de sus aliados y admiradores han pasado de puntillas sobre el hecho de que quien les permite gobernar es un partido situado en la derecha militarista y ultranacionalista. Al parecer, la catadura de los socios es indiferente siempre que permitan acceder al poder.

La claque europea del señor Tsipras, muy activa en España a través de Podemos, insiste -con menos solvencia que quien se cree Premio Nobel de Medicina por haberse leído tres prospectos de anticatarrales- en recurrir a la idea de la deuda odiosa o usa como solución al problema griego el Acuerdo de Londres que reestructuró la deuda alemana tras la II Guerra Mundial.

La doctrina de la deuda odiosa se debe al profesor Alexander Sack, un exiliado de la Rusia revolucionaria que encontró la libertad que le negaba su patria en París, Londres o Nueva York. Si un poder despótico se endeuda para reforzar su régimen o perseguir y sojuzgar a su propia población -y esta es la razón principal del concepto- y no para cubrir las necesidades propias del país; no es justo, cuando cae, considerar ese débito como una obligación de los ciudadanos que no pudieron expresarse libremente ni elegir a sus gobernantes. Será una deuda propia del régimen y de sus gerifaltes y las pérdidas que sufran los prestamistas serán fruto de su irresponsabilidad.

Pero Grecia era una democracia, como lo es España y otros miembros de Unión fuertemente endeudados. Puede que sus gobiernos actuaran con desprecio al sentido común o que dilapidaran los fondos públicos pero tenían la legitimidad de las urnas. Ahí reside una de las razones de aquella condonación de la deuda alemana. Aún así, a Grecia se le perdonaron más de cien mil millones de euros en 2012. La deuda odiosa no es la que no nos apetece pagar, es aquella impuesta por una dictadura. ¿Cuál es la diferencia entre ambas situaciones? Una y simple; mientras los gobiernos griegos siguieron endeudándose alegremente tras la quita de 2012, la Alemania de posguerra cumplió escrupulosamente todos y cada uno de los compromisos adquiridos.

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