Quosque tamdem

luis Chacón

Las lágrimas del jubilado

LA misma convocatoria del referéndum griego demostró su extemporaneidad y evidenció la incapacidad de negociación política del gobierno de Syriza, personalizada en su altanero ministro de Economía. Aludir a la justicia social y al patriotismo y acusar a Europa de los errores propios sólo es otro recurso teatral del señor Varoufakis, un maestro de la puesta en escena. Ojalá él y sus antecesores hubieran tenido esas aptitudes para modernizar Grecia y hacer su economía más competitiva.

Obtener el voto ciudadano ante una decisión trascendente que influirá en el futuro de todos es la esencia de la democracia pero resulta muy tramposo si además de la urgencia de la convocatoria, no hay voto por correo, la información es sesgada, la pregunta capciosa y la campaña usa más tópicos que realidades. Tildar de nazi a la Alemania de hoy es tan caricaturesco como pretender que son Platón y Aristóteles quienes ocupan los escaños del parlamento griego. Hemos vivido una convulsa semana de tensión política y financiera que se extenderá en el tiempo pues no habrá vencedor y si demasiados vencidos.

En estos días, una desgarradora imagen del fotógrafo de FrancePresse Sakis Mitrolidis ha recorrido las redes sociales siendo reproducida en infinidad de medios. En ella, un jubilado sentado en el suelo junto a su libreta de ahorros y su carné rompe a llorar a la puerta de un banco de Tesalónica. Horas después, Giorgos Shatzifotiadis contaba a la propia agencia como se había desmoronado al no poder retirar los pocos euros que el gobierno permite reintegrar y narraba su historia de emigrante en Alemania, tristemente, el ogro causante de todos los problemas griegos. Sin embargo, en un ejercicio de sensatez desconocido en los líderes de su país reconocía que tanto Europa como Grecia han cometido errores pero que es imprescindible llegar a un acuerdo.

Desde el primer día, Syriza ha buscado el enfrentamiento antes que el diálogo. Y sobre todo, ha señalado al chivo expiatorio. Esa ha sido siempre la estrategia de Castro o de Chávez acusando a Washington o de Tsipras con Berlín y Bruselas. La izquierda radical que es lo que significa Syriza, ni cree, ni ha creído nunca en la libertad individual, ni en los valores democráticos de Europa. Sólo son medios para alcanzar el poder y aplicar su único programa, el marxismo revolucionario. Por eso, las lágrimas del jubilado pueden ser un día las de todos.

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