Quosque tamdem

luis Chacón

Nicolasito Pertusato

DICEN que todo se pega menos lo bonico. Y entre lo bonico está sin duda la gracia de Cádiz, esa tierra entre dos mares, tacita de plata trimilenaria que las comparsas ensalzan con tanto sentimiento como guasa usan las chirigotas para diseccionarla. A Pablo Iglesias, aunque compartiera escenario con una chirigota de categoría, no le ha llamado Dios Nuestro Señor por el camino del humor, ni siquiera del humor negro, que ese también requiere su punto artístico. Y así, con ese gracejo coletero y postcomunista que nos hace reír a mandíbula batiente, nos advierte sobre lo que él llama Operación Menina, una conspiración oculta para que tras el 20D sea la vicepresidenta Sáenz de Santamaría quien encabece un gobierno de coalición del gusto de los poderes fácticos que según el discurso podemita, dirigen el mundo desde oscuros despachos y dan más miedo que El Bute a los niños chicos.

Cuando Arias Cañete quiso justificar su torpeza en el debate con Elena Valenciano con un comentario tan petulante como machista, el mundo entero se le lanzó -justamente- a la yugular. Pero si el líder del comunismo postmoderno, con clara intención despectiva, llama menina a la vicepresidenta del Gobierno de España, la izquierda no se rasga las vestiduras. Y eso que se arrogan ser los adalides de la igualdad. Visto lo visto, será más bien del igual da.

Lo que no llego a colegir es la intención final de Pablo Iglesias. Si la supuesta operación fuese cierta, lo único que conseguiría el ínclito salvador del proletariado hispano es entregarle votos en masa al PP. ¿O alguien tiene la menor duda de que la valoración social de la vicepresidenta es muy superior a la del señor Rajoy? Soraya Sáenz de Santamaría es más líder, más combativa, más resolutiva, más clara y más solvente intelectual y políticamente que su jefe. Además, con operación o sin ella, es un escenario más que probable ante un Rajoy amortizado. Vamos, que Pablo Iglesias fue a por lana y va a salir trasquilado.

Aunque para Meninas, las de Velázquez. Que vistas hoy parecen una premonición del 20D. En medio, Soraya cortejada por un PSOE laminado y con Ciudadanos expectante. Al fondo Rajoy, parado en la escalera y del que no se sabe, como buen gallego, si sale o entra o si sube o baja. Los reyes reflejados en el espejo. Y el señor Iglesias como Nicolasito Pertusato que lo único que hace es dar pataditas al perro mastín de la infanta-vicepresidenta.

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