Mirada alrededor

juan José Ruiz Molinero

Teatrillo parlamentario

LA constitución del Congreso de los Diputados ha traído aires inéditos, como es natural en los relevos generacionales y la incorporación de nuevos grupos políticos, obsesionados por parecer distintos, no sólo por su atuendo, sino por imágenes curiosas para conseguir fotos originales de portada, chistes y polémicas en las redes sociales y otras cuestiones que en el mercado de la tontería tiene receptores. La imagen del cambio no debe ser convertir el Parlamento en un show de malos cómicos.

En los grupos políticos 'viejos' se hizo famosa la 'niña de Rajoy', de la que se hicieron innumerables chistes, viñetas, citas y hasta debates pintorescos. Podemos no ha querido ser menos y ha sacado un niño, en este caso un precioso bebé real de cinco meses que apareció, en brazos de su madre, en el escaño que la progenitora, doña Carolina Bescansa, ocupaba. El niño se ha hecho famoso e, incluso, obtuvo un voto para ser investido presidente de la Cámara. El Parlamento debería llenarse de niños tirándoles bolitas de papel a los adversarios de papá o mamá.

La anécdota le interesa al joven partido que se convierta en otra cosa. Por lo pronto Dieguito ha sido la principal noticia parlamentaria. Pero ya han salido muchas madres protestando porque ellas no tienen el privilegio de llevar a sus hijos al trabajo y los dejan con familiares o en guarderías. Guardería que, por cierto, hay en el Congreso y, además, doña Carolina, de familia pudiente, fue acompañada por la cuidadora habitual del pequeño. Se trababa, pues, de utilizar al nene como gancho propagandístico, cosa detestable porque a los niños debe protegérseles -aguantar cuatro horas el suplicio parlamentario y el asedio de cámaras y fotógrafos es un castigo excesivo- y se hubiese evitado que el bebé fuese pacto de los chistes de las redes sociales, donde otro 'bebé', Errejón, aparece con pañales en manos de mamá Carolina.

Los tiempos cambian. La 'niña de Rajoy' ha encontrado compañero en el 'niño de Podemos'. Esperemos que el nuevo Parlamento no se caracterice sólo por un teatrillo, con imágenes más ó menos grotescas, y asistamos a una legislatura que debería estar pensada para debatir sobre los intereses reales de los españolitos y no sólo en la capacidad de sus señorías de hacer reír a los votantes. El Parlamento debería ser un lugar serio, donde se analizan cuestiones trascendentes, y no un 'show' propagandístico, ahora que se ha superado la mayoría absoluta que lo convertía en un diálogo de sordos. Mucho tendrán que esforzarse sus señorías para que, sobre sus berrinches, intereses personales o partidistas, encuentren caminos dignos para mejorar la vida y la igualdad de los españoles, hayan nacido en el lugar en que los dejara caer la cigüeña.

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