Quosque tamdem

luis Chacón

La segunda transi... ¿qué?

AUNQUE no vea doncella a quien rescatar, ni dragón al acecho, siempre hay alguien dispuesto a encarnar a san Jorge. Supongo que el impulso nace de nuestra historia, que a diferencia de las que Montesquieu reservaba para los pueblos felices, no se lee con aburrimiento. Desde siempre, lo que más abunda entre los escaños de la política son sanjorges, pero hay que reconocer que la última cosecha ha sido ubérrima en cruzados.

Al español le disgusta la normalidad y disfruta del heroísmo. Pero a mí me provoca absoluta rechifla escuchar a los jóvenes líderes de la nueva política, en particular a los señores Iglesias y Garzón, anunciar con absoluta impudicia que vamos a una Segunda Transición. Tampoco escapan a este déjà vu político, ni a su heroico destino, el flamante presidenciable, Pedro Sánchez, el ciudadano Rivera y hasta la Secretaria General del PP, Dolores de Cospedal. Imagino que esta verborrea del cambio hacia una "verdadera democracia" que entrecomillo con total intención, es fruto del carnaval porque a poco que consideremos ambos momentos históricos la comparación es de chirigota.

Lo que no se conoce por experiencia puede aprenderse leyendo. Los líderes de la Transición no fueron héroes, ni tenían a todo el país detrás como a un sólo hombre. Hicieron lo que pudieron y de modo satisfactorio. Los años templan el análisis y ponen todo en su sitio sin necesidad de glorificaciones. Basta leer la prensa de la época para constatar los venablos que se lanzaban a diestro y siniestro. Pero en aquellos años, el ruido de sables era el eufemismo al uso para advertir del riesgo cierto de golpe de estado; el terrorismo era fijo en las portadas, el de ETA, el de la ultraizquierda de FRAP y GRAPO y el de la extrema derecha; el estado de bienestar era una aspiración y la democracia una quimera que se pedía a gritos en una calle donde manifestarse, a diferencia de hoy, era norma diaria. Si algo deberían aprender los cachorrillos de la nueva política es que transitamos de la dictadura a la democracia por el camino del consenso y la legalidad. Fuimos, en palabras de Fernández Miranda, de la ley a la ley a través de la ley. Este providencialismo de algunos líderes me genera desconfianza y grima. España necesita una reforma constitucional y una limpieza profunda de parte de su clase política. Un aggiornamento. Y para eso no hacen falta héroes. Basta con un puñado de políticos sensatos.

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