Quosque tamdem

luis Chacón

Violetas en los escombros

MIENTRAS los indeseables proclaman que unas medidas que atentan contra los principios fundacionales de la UE, como la vergonzante expulsión de los refugiados, reafirman la esencia cristiana de Europa, otros muchos, en silencio y casi desde el anonimato, les responden desde la única opción honrada, la de su propio testimonio.

Hoy quiero homenajearlos. No sé si serán los mejores, ni los más heroicos. Pero sé que no hablan, hacen; no opinan, actúan. Y no se sienten héroes aunque lo sean. Sus nombres no les resultarán familiares pero estoy seguro de que su valor y entrega ganarán sus corazones. Son los Hermanos Maristas de Alepo. Los Maristas Azules. Por el color de sus camisetas se les ve entre el polvo que levantan las bombas en una ciudad desolada y sitiada desde hace cuatro años. La capital económica de Siria es una sombra de lo que fue, un paisaje fantasmal de edificios derruidos, calles solitarias, niños perdidos y familias rotas.

En palabras del H. Georges Sabé, el daño más grande no es la destrucción física de la ciudad sino la de las personas. Aterra pensar en ese niño que ha dejado de soñar bajo los bombardeos de cada noche sin nadie a quien abrazarse y sin lágrimas que verter. ¿Hay algo más triste que un niño sin infancia? No son fanáticos, son religiosos católicos conscientes de sus votos y orgullosos de su compromiso. El H. Georges ha visto morir a su propio hermano, teme a un secuestro, a las balas perdidas, a morir. Pero aún así, con una sonrisa, afirma que se queda. Los Maristas llegaron a Siria hace más de un siglo. Cuando el gobierno nacionalizó los colegios siguieron allí, educando jóvenes y atendiendo a los desamparados. Hoy, junto a un puñado de voluntarios, dan clase a la luz de una vela, distribuyen agua, comida y leche en polvo para los niños, acogen refugiados en el viejo internado de la orden y junto a otros religiosos proporcionan atención médica a los heridos de guerra en el Hospital de St. Louis.

Celebramos la Pascua de Resurrección, la fiesta de la esperanza de los cristianos. En su última carta, los Maristas Azules cuentan como alguien les pregunta ¿qué esperanza hay entre tanta oscuridad y drama? ¿Su respuesta? Esperar es permanecer cuando todo tiembla, aceptar el riesgo cuando todo está asegurado… Después de la muerte, está la resurrección y después de las tinieblas, habrá luz. Entre los escombros de Alepo han florecido tres sencillas violetas.

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