Cuchillo sin filo

francisco Correal

Coubertin

AUNQUE su trampolín político fue la lucha contra los desahucios, Ada Colau quiere hacer ahora un salto con tirabuzón desahuciando el legado y la memoria de Juan Antonio Samaranch. Su pasado falangista, se entiende, el del político que, como recogen en documento gráfico sus biógrafos Arcadi Espada y Jaume Boix, juraba genuflexo ante Franco, Carrero y Solís en noviembre de 1967 su cargo como consejero nacional del Movimiento. Es el mismo hombre que el 18 de julio de 1977, un mes y tres días después de las primeras elecciones democráticas convocadas por el falangista Adolfo Suárez, llega a Moscú para tomar posesión de su cargo como embajador de España ante la Unión Soviética. Tres años antes de los Juegos Olímpicos de Moscú, los primeros que organiza como presidente del Comité Olímpico Internacional. Curiosa paradoja que un prócer falangista y un presidente del Real Madrid (Ramón Mendoza) fueron los que rompieran el bloqueo del maleficio del oro de Moscú.

Borrar el legado de Samaranch significaría cargarse la Barcelona olímpica, los Juegos cuya sede proclamó este barcelonés el 17 de octubre de 1986, el final de la guerra fría en los dominios de Coubertin después del boicot americano a los Juegos de Moscú 1980 y el boicot comunista a los de Los Angeles 1984. Ahora el boicot es a Samaranch. En ese afán por desdibujar la ortodoxia (la cursilería se la he robado a un cocinero mediático) habría que borrar también toda huella de Cobi, la mascota olímpica, ya que el padre de su autor, Javier Mariscal, estuvo en la División Azul. Y retirar de todas las librerías de Cataluña los libros de Eduardo Mendoza, que antes que novelista trabajó como traductor en la ONU, que es una herramienta de la burguesía al servicio de las multinacionales.

Los burócratas de este nuevo desahucio deconstructor tendrían que hacer un Farenheit 471 con todos los barceloneses que ganaron el Planeta: además de Mendoza, Juan Marsé, Ana María Matute, Manuel Vázquez Montalbán, Rosa Regàs, Maruja Torres, Terenci Moix… ya que el premio que engordó sus honorarios lo creó un sevillano de El Pedroso que antes de ser bailarín en la compañía de Celia Gámez combatió con los nacionales en la Guerra Civil. El celo tendría que ser especial con Mercedes Salisachs: ganó el Planeta en 1975 con La gangrena y además era tía de Bibi Salisachs, la esposa de Samaranch.

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