PATRIOTA es quien ama a su país, nacionalista quien odia a todos los demás". En esa lacónica frase del general De Gaulle se compendia el abismo que separa a ambos. España es país de patriotas de arenga y de soflama y nacionalistas de envolverse en la bandera. Nacionalistas de toda nacionalidad, real o inventada que de estas, haberlas haylas y en demasía. En esa espiral de aldeanismo en la que malvivimos inmersos, para algunos, todo país es grande y surgen, como de la nada, nacionalistas de villorrio, barrio, calle y supongo que llegaremos a verlos hasta de piso y apartamento, en los que el felpudo que reza "Bienvenidos a la república independiente de mi casa", dejará de ser una humorada comercial y exigirá mostrar el pasaporte, una vez que nos abra la puerta, personalmente, el jefe del estado.

Patriota es quien ama a su país. ¿Y qué es un país sino sus gentes, su historia y su cultura? España es celta, ibera, fenicia y cartaginesa. Y sobre todo, romana. Roma es el pedestal sobre el que se asienta nuestra lengua común -y las no comunes salvo el vasco-, nuestro derecho y nuestras costumbres. Es árabe pues los siglos de dominación islámica no pasaron inadvertidos a una cultura tan rica. España es cristiana, más que nada cristiana, pues dos milenios de influencia cultural, moral y religiosa no se borran de un plumazo, ni aún queriendo. Y es Europa porque sin nuestra historia no se entiende la del continente. Y es América, porque, sesudos razonamientos aparte, ya escribió Antonio Burgos y cantó Carlos Cano que "La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero". Y si España es también, aunque sólo sea en cuatro trazos: la prosa de Cervantes, el teatro de Lope, los sonetos de Garcilaso y la sensibilidad de Lorca; la luz de Velázquez, los trazos de Goya y la desbordante imaginación de Dalí; los motetes de Victoria y El amor brujo de Falla; y Alonso Cano, Siloé, Herrera o Gaudí, ¿quién podría negarse a amarla?

"Nacionalista es quien odia a los demás". Allá ellos. Adorar el teatro de Lope, impide despreciar el de Shakespeare; extasiarse ante un Velázquez no puede evitar la emoción de admirar un Caravaggio y sentir a Falla es como encandilarse ante una fuga de Bach o sobrecogerse con el Réquiem de Mozart.

España es todo eso y mucho más. Con sus luces y sombras somos una gran nación aunque nos empeñemos en negarlo incluso hoy, Día de Santiago, patrón de España.

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