Quosque amdem

Lusi Chacón

Lecciones americanas

DONALD Trump no es una simple anécdota en la política internacional. Que un personaje así pueda acabar ocupando el despacho oval de la Casa Blanca dice mucho del desprestigio al que han llegado los políticos profesionales; esos que se convierten en concejales con la mayoría de edad, en alcaldes en la treintena y lo mismo llegan a ministros una vez pasados los cincuenta para bajarse del coche oficial después de medio siglo de vivir en la burbuja de la política. Tampoco es ninguna novedad que un empresario de más o menos éxito se lance a la arena política argumentando que quien es capaz de dirigir una empresa puede llevar al país a las más altas cotas de no se sabe muy bien qué. Por aquí hicimos eurodiputado a Ruiz Mateos, alcalde a Jesús Gil y nada a un Mario Conde con mucha más ambición que seguidores. Y en Italia, por no convertir esta columna en un rol de casos, Berlusconi ha ocupado la presidencia de gobierno en diversas ocasiones, nombrando ministros tan preparados como Mara Carfagna, una exmiss Italia de 33 años a la que aupó a la cartera de Igualdad de Oportunidades.

Si Trump obtiene la mayoría en noviembre, el mundo vivirá con honda preocupación los próximos cuatro años. En particular porque quien decide en última instancia apretar el famoso botón nuclear es el Presidente de los EE.UU. Pero la mayor grandeza de la Constitución estadounidense -vigente desde 1788 y compuesta tan sólo por siete artículos y veintisiete enmiendas- reside en la magnífica estructura de contrapesos que establece. Los nombramientos del gabinete requieren la aprobación del Senado al igual que los de los jueces del Tribunal Supremo que sólo se renuevan por fallecimiento o dimisión; los miembros del Congreso no pueden pertenecer al ejecutivo y no existe la disciplina de voto en los partidos. De ese modo, la separación de poderes es clara y eficiente y la sociedad influye a diario en sus representantes que al elegirse en circunscripciones uninominales no antepondrán los intereses del partido o la sumisión al líder sobre las preocupaciones de la mayoría de sus representados.

Podríamos importar algunas ideas de la Constitución más longeva del mundo para despolitizar la justicia y hacer que la división de poderes deje de ser una intención y se convierta en un hecho. Y sobre todo, para reducir el daño de los populismos, vengan con el puño en alto, el brazo alzado o bajo el pelucón de Mr. Trump.

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