La tribuna

Carlos Martínez García

Huelga general y ciudadanía

LA Huelga General convocada por los sindicatos el 29 de septiembre y apoyada por numerosas asociaciones cívicas, y ATTAC entre otras, está teniendo unas características que la hacen diferente a otras huelgas generales convocadas hasta ahora.

En primer lugar, ésta se convoca en medio de una crisis económica mundial, pero también política y social, que afecta de forma muy especial a los países "ricos". Es una crisis fruto del "casino económico" en que nos metió el capitalismo financiero y su economía especulativa, alejada de la real, pero también es el resultado de una larga ofensiva contra el estado del bienestar y la regulación laboral que los conservadores iniciaron hace ya treinta años, con la colaboración posterior de las terceras vías.

Así pues, con unos sindicatos debilitados, el empleo precarizado, privatizaciones masivas y los cascotes del muro de Berlín por los suelos, los Think Tank* ultraliberales consideraron que habían triunfado. Lo que tocaba era adelgazar hasta la anorexia el Estado y enterrar a la izquierda. Lo nuevo, lo moderno, es lo privado, el despido libre, los movimientos especulativos de capital sin control, los beneficios en paraísos fiscales y las rebajas de impuestos a los poderosos. El gobierno mundial de Davos.

Pero todas las burbujas que la economía neoliberal ha fraguado y no sólo la inmobiliaria han pinchado. Lo negativo de eso es que cada burbuja deja paro, quiebras, cierres y sufrimiento.

En segundo lugar, tras el estallido de la burbuja de las hipotecas basura, las quiebras y quebrantos de bancos y otros especuladores, el susto inicial en 2007, lleva a plantearse a algunos mandatarios, la "refundación del capitalismo" y las medidas de control, incluso tasas a los capitales especulativos y los ataques verbales de algún político a los paraísos fiscales. Todo ya en el olvido.

Estamos en otra fase, que se da precisamente en el momento en el que surge la convocatoria de huelga general, no solo en el Estado español, ya que, coincide el 29 S, con una movilización europea convocada por la Confederación Europea de Sindicatos y apoyada por el Foro Social Europeo.

Ahora, el Gobierno, los conservadores y los poderosos, deciden combatir la crisis recortando gastos sociales, inventando una suerte de despido preventivo y planteándose nuevas privatizaciones, comenzando por las Cajas de Ahorros y continuando con las pensiones, un botín largamente anhelado por la poderosa banca española. Estamos pues en un momento de reorganización del capitalismo, que no de refundación, con más poder aún que hace dos años y que pretende para su reforzamiento, que paguemos sus pérdidas entre todos.

Al neoliberalismo que nos condujo a este desastre, rehecho con fuerza, le sobramos los sindicatos, los movimientos sociales y también las izquierdas o cualquier utopía de cambio, paz y defensa de la madre tierra.

Por eso esta huelga es diferente. Porque las políticas neoliberales perjudican ciertamente al trabajador, pero también a pensionistas y jóvenes precarizados, a los autónomos y pequeños empresarios a los que se les niegan créditos o son asfixiados por subcontratas leoninas, a todos, que poco a poco seremos más pobres.

Podemos hacer dos cosas: o resignarnos y buscar la salvación lamiendo la bota de los que nos controlan (los "mercados"), o siendo conscientes de nuestra obligación ciudadana de reaccionar y exigir otras políticas, otros modos de entender la economía, el mundo.

Por todo lo dicho, esta huelga debe ser un amplio movimiento ciudadano, manifestando que la ciudadanía cuenta, no sólo los mercados, puesto que ¿a ésos quién les vota?

Resumiendo. "No" a la contrarreforma laboral. "Sí" a impuestos progresivos y el reparto, a la banca pública y ética, a lo público, a una vida digna, a un medio ambiente limpio. Y también a la profundización democrática, a la libertad sindical junto a una decidida oposición a la dictadura de los mercados, todo ello nos debe unir y hacer salir a la calle. Tenemos derecho a construir un mundo más justo e igualitario.

Y, si a pesar de ello, no encuentra motivos para la solidaridad activa, piense en la vejez que, de no reaccionar, les espera a sus hijos, estén parados o sean ochocientoseuristas.

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