La tribuna

Manuel Pezzi

Aquí no hay playa

VAYA, vaya, aquí no hay playa! Tenemos la Alhambra y el Generalife, el Parque Tecnológico de la Salud y el Parque de las Ciencias, Sierra Nevada y el Albaicín, el Genil y el Darro, a Mariana Pineda y García Lorca, a Pepe Torres y Caler, pero, ¡vaya, vaya, aquí no hay playa!

El alcalde actual de Granada dice que sí, que hay playa, que la quiere hacer el Ministerio de Fomento en la estación de ferrocarril. El alcalde dice que no quiere playa, a pesar de que ahora está muy ocupado con su idea de poner chiringuitos de helados en Puerta Real, supongo que para no competir con Motril y la Costa tropical y porque el agua aquí, en Granada, estaría muy fría.

Torres Hurtado está de los nervios desde que el Ministerio de Fomento le pidió al egregio arquitecto Rafael Moneo una estación potente para Granada, en consonancia con su importancia patrimonial y metropolitana. Rafael Moneo, "el tío ese", como lo llama el alcalde, ha diseñado una estación moderna y singular, con los servicios de estaciones similares en el resto de España, como la de Valencia, Zaragoza, Málaga o Sevilla, tal como le había pedido el administrador de infraestructuras ferroviarias, ADIF. Pero lo que no esperaba Moneo ni el mismísimo ministro de Fomento es la encarnizada pelea que el alcalde granadino iba a realizar para impedir que el AVE llegara a Granada con una estación como la diseñada. A garrotazo limpio, todos los avances se van rompiendo uno tras otro. Si la concejala Isabel Nieto dice que está encantada con la solución propuesta por el ministerio, el alcalde afirma que es una barbaridad, que el soterramiento por la Chana no va a cuatro metros, que ocho vías son demasiadas, que la longitud de los andenes es excesiva, que lo que se quiere es un aparcamiento de trenes, una playa (¡vaya, vaya!) para dejar aquí las unidades que no se usen en otros recorridos.

Y finalmente, que él quiere un gran parque en la actual estación y que se lleven los trenes donde les quepan…

Tanta enjundia técnica y ferroviaria ha dejado patidifusos a los ingenieros del ministerio y a todo bicho viviente que le haya dedicado un rato a la propuesta de Fomento. Veamos. Si va a ir soterrado por la Chana, como hemos pedido los partidos políticos y los vecinos, a cuatro metros sobresaldría el tren y las instalaciones eléctricas y, por tanto iría en trinchera abierta. ¿Es eso lo que quiere el alcalde? En segundo lugar, se queja de que se han previsto ocho vías, cinco de alta velocidad y tres convencionales y cree que son demasiadas. A eso se llama ganas de meterse en el terreno de la competencia del Ministerio y de ADIF y RENFE, que han propuesto una estación proyectada para siglos y que tendrá que compatibilizar la alta velocidad con los trenes convencionales provenientes tanto desde Antequera y Loja, como desde Moreda y Almería. ¿Son ocho vías, demasiadas? Las que ADIF ha solicitado para garantizar el servicio ferroviario en un centro logístico como Granada, tantas vías, como tiene Málaga, Valencia, Zaragoza y otras estaciones similares.

Último debate. La longitud de los andenes previstos, la playa… La propuesta presentada en el Estudio Informativo remitido al Ayuntamiento, que se encargó a raíz de la firma del Protocolo de 2008, dibuja unos andenes de en torno a 400 metros de longitud, cubiertos por bóvedas que acaban en superficie con claraboyas o lucernarios para que entre la luz natural. La solución adoptada, permite, en primer lugar, que la futura estación de metro esté conectada directamente mediante ascensor con los andenes y mediante alfombra deslizante con la cabecera donde se ubican los servicios de la estación. En segundo lugar deja libre la superficie para instalar una gran plaza, que no playa, para uso público. En tercer lugar, la longitud de los andenes cumple la directiva europea de 23 de julio de 1996, relativa a la interoperabilidad del sistema ferroviario transeuropeo de alta velocidad. Esa directiva, que es de obligado cumplimiento, se ha aplicado en todas las estaciones de alta velocidad de España, que tienen andenes de 400 metros de longitud en todos los casos, sin excepciones.

El alcalde, en contra de lo que dicta la prudencia al hablar de lo que no se sabe, propone un andén de 30 metros para que no haya playa, con lo que sólo podrían entrar en la estación de Granada las puntitas de los trenes de alta velocidad, que tienen una longitud de entre 200 y 350 metros, y los viajeros tendrían que bajar todos por las puertas del primer vagón, con el peligro de que los restantes tendrían que ocupar la vía de llegada por debajo del Estadio de la Juventud. Brillante, ¿no creen? Esta magnífica solución permitiría, además, que no llegaran los trenes provenientes de Moreda y Almería que, visto lo visto, deben ser una molestia para el alcalde de Granada. Su solución permitiría cubrir otro gran objetivo: lo que quiere el alcalde es que el Eje Ferroviario Transversal de Andalucía acabe en Granada ¿Cómo es posible tanto despropósito? Cómo puede exteriorizarse tanta insensatez y toda la ciudad de Granada no le dice al alcalde, como si de un coro griego se tratara, ¡vaya, vaya, aquí no hay playa! Porque así lo ha dispuesto el señor alcalde.

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