Pedro Medina. Investigador del Genyo

"Cambios en una sola pieza del ADN pueden formar un tumor galopante"

  • Después de haber trabajado mano a mano con un premio Nobel en la Universidad de Yale y haber publicado en la revista 'Nature', este científico granadino decidió regresar a España.

Pedro Medina quiere creer que, cuando termine su carrera investigadora, el cáncer habrá terminado y la gente "se morirá de otra cosa" pero reconoce que es posible que no lo vea. Sin embargo, este profesor de la Universidad de Granada e investigador principal en el Centro de Investigación Genómica y Oncológica (GenyO) ha demostrado que el papel de los microARN es determinante en la formación de tumores y que, en teoría, la terapia dirigida a modificarlos podría ser la gran esperanza en el campo de la oncología, algo que él ya ha demostrado en ratones. Publicado en la revista Nature, el hallazgo le acaba de hacer merecedor de una mención honorífica en los premios Bial, entregados el pasado miércoles en Oporto, Portugal.

-Usted trabaja con microARN ¿cómo los definiría en un lenguaje accesible?

-Los microARN son los genes que no codifican proteínas y ejercen otras funciones en el organismo. Hasta hace relativamente poco tiempo, su papel estaba desvirtuado y disminuido. Parecía que tenían menos importancia que los genes 'ladrillo', aquellos que sí codifican proteína, a pesar de que suponen el 90% de nuestro ADN. Hasta que se desarrolló una tecnología poderosa para ello, era difícil detectar ese ADN, pero ahora ya se puede rastrear.

-¿Y qué descubrimiento hizo en torno a esta pieza del genoma?

-Nosotros realizamos un modelo para probar que estos microARN tenían también un papel fundamental en el desarrollo tumoral. Para ello, desarrollamos un ratón que sobreexpresaba un gen que no codificaba proteína, el mir21, y demostramos que la modificación de este único gen era suficiente para producir un tumor, que con la desregulación de una sola pieza del ADN se puede formar un tumor galopante. Era un ratón transgénico y lo fabricamos de tal forma que ese gen sobreexpresado lo podíamos encender y apagar a voluntad. Así, vimos que, si lo apagábamos, el tumor rápidamente se perdía, desaparecía porque las células morían por apoptosis [se 'suicidaban']. ¡Teníamos al ratón sano en solo cuatro o cinco días, la regresión era espectacular!

-¿Qué implicaciones podría tener este hallazgo para el cáncer en humanos?

-El trabajo, publicado en la revista Nature, es ciencia básica. Pero nos permitió descubrir que la inhibición deun microRNA puede tener efectos terapéuticos muy importantes si ese microRNA está implicado en el desarrollo tumoral.

-Ustedes lograron apagarlo en ratones, pero ¿se podría hacer en humanos?

-Pudimos hacerlo en ratones porque estaban modificados genéticamente; el problema es que en humanos no se puede modificar actualmente el genoma. Pero ya se han intentado hacer experimentos con terapia génica para intentar corregir daños que tiene nuestro genoma. Aunque no salieron bien, se está mejorando mucho poco a poco, ya hay nuevas formas de reparar el genoma y en un futuro la terapia génica podría, por ejemplo, reparar mutaciones que heredemos de nuestros padres.

-¿Y conseguir apagar esos oncogenes con medicamentos? ¿Sería posible?

-Ese trabajo lo hice en Estados Unidos durante mi formación postdoctoral en la Universidad de Yale. Yo he logrado volver a España al obtener una Ramón y Cajal y la primera beca Miguel Servet y ahora estoy montando mi propio grupo en Granada. Pienso que en España el desarrollo terapéutico de estos fármacos sería muy limitado, básicamente porque la infraestructura, la tecnología y el apoyo que tenemos del Gobierno es mucho menor que la que se tienen en Estados Unidos.

-En este contexto, es inevitable preguntarle por el impacto de la crisis en la Investigación…

-Todos los científicos tenemos la incomprensión de los dirigentes porque no tenemos apoyo económico suficiente para hacer una investigación de calidad. Yo creo que se podría salir de la crisis con un empleo de calidad y estable que no sea únicamente de servicios, sino basado en el conocimiento. Esto se podría lograr si se invirtiera en investigación pero es imposible hacerlo porque, desafortunadamente, también se está recortando drásticamente en la inversión en I+D. Es difícil trabajar en estas condiciones porque, al fin y al cabo, tenemos que competir con investigadores que tienen más proyectos, más tradición en investigación y que, además, no sufren estos recortes y estos problemas.

-¿Hay dificultades para trasladar la importancia que tiene la investigación básica en la práctica clínica?

-En general, la sociedad está concienciada de que la investigación básica es necesaria. Los fallos están en el apoyo por parte de los dirigentes. La situación actual nos condena a ser un país que viva más de los servicios y no pueda competir por trabajos tecnológicos y biotecnológicos, basados en el conocimiento.

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