Albert Figueras. Médico y escritor

"El estrés prolongado aumenta el riesgo de enfermedades autoinmunes"

  • Su libro 'Pura Felicidad' aborda la relación entre emociones y bienestar. El autor expone las bases científicas de estos procesos de la mano del Instituto Coca-Cola de la Felicidad.

Albert Figueras (Barcelona, 1961) es médico y profesor de Farmacología en la Universidad Autónoma de Barcelona. De la mano de el Instituto de la Felicidad de Coca-Cola, ha pasado por Sevilla donde abordó en una conferencia la gran vinculación entre la percepción de la felicidad y la salud, pilar de su último libro Pura felicidad , publicado por Plataforma Editorial.

-¿Cómo explicaría ese equilibrio entre la felicidad y la salud?

-Sabemos que si una persona tiene un problema de salud o dolor crónico es un lastre para sentirse infeliz. Ahora estamos viendo que el proceso inverso es cierto. Las personas que se sienten bien son personas que tienen mejor salud. Trato de explica cómo procesamos las emociones y cómo el hecho de ver una cosa como negativa o positiva influye en estos procesos. Fórmula no tengo ninguna. Recetas no creo que haya una válida para todos. Nuestros órganos y sentidos procesan todo antes de que seamos conscientes.

-¿Mejorar la educación emocional puede ayudar a mejorar nuestra salud?

-Desde Descartes sabemos que el hombre es racional y tenemos esa noción de que la cabeza va por un lado y el cuerpo por otro. Desde hace 30 años, nos dimos cuenta de que sin emociones no podemos tomar decisiones. Es decir, las emociones tienen un peso importante para decidir cualquier cosa. Además se asocian con procesos fisiológicos. Cuando sentimos miedo o estrés hay repercusiones que no sólo tienen que ver con el cerebro. Existen neurotransmisores que se ponen en marcha y afectan al aparto digestivo o en el sistema cardiovascular. Esto hace que quien siente determinadas emociones le aumente la frecuencia cardiaca. Cuando esto es crónico puede originarse hipertensión arterial o aumentar el riesgo de infarto de miocardio.

-Parece demostrado que cuando a cualquier organismo se le somete a estrés su sistema inmunológico se debilita.

- Sí, este es un campo llamado psiconeuroimunología, en el que ya hay resultados relevantes. Se había hablado mucho de esto y hasta ahora no había muchas pruebas. Efectivamente, cuando a una persona se le somete a estrés prolongado, aumenta el riesgo de padecer incluso enfermedades autoinmunes. Una de las cosas que más me preocupa es buscar la base científica de estas afirmaciones. En esta cuestión ya empieza a haber pruebas sólidas en publicaciones científicas.

-A la hora de afrontar una enfermedad el ámbito emocional es crucial. ¿Favorecer una medicina más humanizada repercutiría en una mejor salud de la población?

- Indudablemente. Pienso que hemos llegado a un punto en el cual la sociedad piensa que la solución a un problemas de salud va avenir de un medicamento. Eso no es cierto. Yo doy clases de Farmacología en la Autónoma de Barcelona y una de las cosas que intento es enseñar a recetar medicamentos pero sobre todo pretendo enseñar a no recetar medicamentos. Es decir, a saber cuándo hay que dar un medicamento. Por más tecnología e innovación terapéutica que tengamos, no podemos olvidarnos de hablar con el paciente. La presión asistencial es un problema en si, pero es necesario volver al principio de la medicina. Aquí es importante el efecto placebo. Podemos inducir parte de la curación. El hecho de que tu vayas a un Centro de Salud, donde te pones en manos de alguien que sabe, eso ya predispone al organismo a la curación. No es todo, claro. Pero como médicos no debemos olvidar esa parte.

-Sus reflexiones sobre el valor de disfrutar de las cosas pequeñas, ¿son una crítica a la sociedad de consumo?

- En gran parte sí. La palabra felicidad se ha desgastado. Se ha utilizado para decir compra esto y serás feliz. Pocas veces obtendremos la felicidad comprando cosas o anhelando tener cosas. Esta tendencia social a tener y a acumular para ser más felices es absurda, como esa inercia a creer que para pasárselo bien hay que recurrir a cosas que supongan cada vez más emoción. Ahí establecemos un norte equivocado. Momentos complicados como este nos empujan a reflexionar como colectivo. Como seres humanos, ¿Qué queremos? Queremos sentirnos bien. Vamos a construir algo donde poder sentirnos lo mejor posible.

-Esas ideas evocan a corrientes relacionadas con el decrecimiento, la ecología o el desarrollo sostenible.

-Sí. En realidad necesitamos o deberíamos necesitar poca cosa. Ya se ha demostrado científicamente que si en las aulas tú pones unas plantas en la clase, esos alumnos rinden mejor. Ahí influyen mecanismos cerebrales. Cuando prestamos atención, el cerebro necesita también vías de descompresión. Si no tenemos esas vías el nivel de absorción intelectual es menor. El contacto con la naturaleza estimulas vías de escape del cerebro. Somos naturaleza y necesitamos contacto con la naturaleza. Un estudio demostró que los pacientes de un hospital que tenían ventanas hacia un jardín evolucionaban mejor que aquellos que no las tenían. Cosas tan peregrinas como esta nos dicen que por muy sofisticados que seamos necesitamos un entorno adecuado.

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