El nuevo terror de autor es también un terror empoderado, a saber, reivindica a sus protagonistas femeninas como vengadoras de ese atávico patriarcado que las ha sometido y quemado en las hogueras de una inquisición histórica y sistémica.
Lo asume plenamente esta interesante, bella y desigual She will de la debutante Charlotte Colberg avalada por el mismísimo Dario Argento, un ejercicio de formas del género, con un pie en su obvio sustrato temático y simbólico y otro en una imaginería mutante deudora de numerosos referentes que van del giallo a un filme como Under the skin, de Glazer, cuyo argumento nos trae a dos mujeres, una actriz-diva en horas bajas (Alice Krige) y su asistente-enfermera (Kota Eberhardt), en su viaje desde la ciudad clínica al siniestro bosque escocés donde la primera busca un retiro que se acaba convirtiendo en una mezcla de esperpento grupal y experiencia paranormal en comunión con los espíritus de un bosque de leyendas negras, contornos orgánicos y materia supurante.
Folk horror de autor por tanto para una cinta que funciona siempre mejor cuando suspende su trama de venganza telequinésica (con Malcolm McDowell en la diana), puerilmente resuelta a la postre, y se recrea en materializar los sueños, pesadillas y visiones que trascienden el espacio-tiempo para proponerse como auténticos viajes alucinados rayanos en la experimentación audiovisual pura.