Roger Federer y Rafael Nadal comenzarán este lunes una semana en la que se jugarán no sólo el título de Roland Garros, sino también el número uno del mundo y sus particulares duelos con la historia.

"Quiero superarme a mí mismo. Superar la situación difícil que viví durante un año con todas esas lesiones y todos los problemas", dijo el español antes de que comenzara el torneo. El suizo, actual campeón en París, se mostró más cauto. Lo que ocurra hasta la final del domingo definirá muchas de las cuestiones en juego más trascendentes de la temporada.

El tetracampeón español, segundo en el ranking, puede acabar la semana como nuevo número uno del tenis mundial (si gana el torneo y Federer cae antes de semifinales) y con un quinto Roland Garros en su palmarés, sólo uno menos que el mítico Björn Borg. Antes de lograrlo, Nadal ya se apuntó dos triunfos en su duelo histórico con el sueco: según una encuesta reciente, los propios franceses ya lo consideran el mejor tenista de la historia en arcilla. También un equipo de expertos reunido por el diario L'Equipe lo puso en ese lugar. En ambos casos, Borg aparecía escoltando al español.

Nadal ya se convirtió este año en el primer tenista desde 1968 (comienzo de la era abierta del tenis) en encadenar la misma temporada los títulos de Montecarlo, Roma y Madrid, los tres principales en arcilla. Roland Garros le daría ahora un nuevo récord y confirmaría su dominio histórico sobre esta superficie. Su camino a la quinta Copa de los Mosqueteros tendrá un nuevo obstáculo este lunes, cuando busque un lugar en cuartos de final contra el brasileño Thomas Bellucci. El zurdo de 22 años, número 29 del ranking, llega al duelo en pleno crecimiento y con los primeros logros a sus espaldas. "Con Nadal hay que ser agresivo, porque tiene un juego en el que le gustan los puntos largos. Hay que llegar a la red, sacar bien. Voy a tener que estar muy concentrado y arriesgar un poco más de lo normal", dijo tras ganar en octavos al croata Ivan Ljubicic, uno de los cuatro tenistas capaces de vencer a Nadal esta temporada.

Federer, por su parte, se encuentra ante el reto de defender el título que consiguió el año pasado en la final contra Robin Soderling, que había eliminado en octavos al propio Nadal. Con un nuevo triunfo sobre la arcilla francesa, el mejor tenista del mundo rompería además el principal escollo que lo ha separado hasta ahora de uno de los pocos logros que le faltan: ganar el Grand Slam, una hazaña que consiguieron sólo dos tenistas masculinos en la historia, el último hace más de 40 años. Federer ya ganó en Australia y, si defendiera Roland Garros, le quedaría repetir victoria en los dos grandes restantes, que ha venido dominando de forma aplastante: Wimbledon, donde jugó las siete finales anteriores y ganó seis, y el US Open, donde jugó las seis anteriores y ganó cinco.

Pero el suizo ve complicado repetir triunfo en París. "Esos puntos para el ranking mundial no son defendibles", bromeó en una entrevista Federer. "Que ganara Roland Garros e igualara el récord de Grand Slams de Pete Sampras y luego sumara otro Wimbledon fue para mí muy potente, muy grande", agregó con respecto a su enorme 2009. "Muchas emociones, sin duda no voy a repetirlo enseguida".