El Rocío

La salve marinera pone rumbo a la partida

LA estampa de los marinos en la Comandancia de Huelva despidiendo a las hermandades rocieras es una de las escenas plásticas grabadas en el recuerdo y la emoción de la historia de la ciudad. Hace más de una década que no están los marinos de reemplazo que cantaban la salve marinera al Simpecado rociero, bañando de alegría este camino que cruzando el río Tinto busca las marismas almonteñas.

Los chavales siempre se esforzaban para que la despedida fuera brillante y este coro de marinos, dispuesto en las escaleras de la Comandancia de Huelva, fue haciendo de este un lugar indispensable en el actual recorrido. También se marcaban un baile y la alegría corría en esta mañana luminosa.

Si la mañana es siempre intensa, el momento de llegar a la Comandancia de Marina marca uno de esos instantes hermosos del camino y que constituye, de alguna forma, la partida oficial de la ciudad.

Hoy los marinos de reemplazo ya no están, sólo algunos adscritos a la Comandancia, pero se escucha la salve y la gente que arropa multitudinariamente este acto hacen que la salve tenga toda la emoción de una ciudad marinera como la de Huelva.

Así llegar hasta aquí es la ocasión para la despedida, soltar amarras, desear buen navegar para que la nave de la devoción rociera llegue al buen puerto del corazón de las marismas almonteñas, donde la Blanca Paloma es Rocío de esperanza permanente.

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