Cultura

Un gélido síndrome de abstinencia

  • Roland Vranik se pregunta en 'Transmission' cómo sería un mundo sin pantallas de televisión

La idea para Transmissión la sacó su director de un documental que vio en la BBC. Era, recuerda Roland Vranik, un "experimento", y consistía en desposeer a una familia inglesa de sus bienes tecnológicos. "Lo que más miedo daba era lo que pasaba cuando se le retiró la televisión. Era una tragedia: el padre se da a la bebida, la madre se vuelve loca...", explicaba ayer el realizador de esta cinta húngara, proyectada dentro de la Sección Oficial y en la que se especula con el tipo de reacción masiva que se produciría si todo tipo de pantallas, no sólo la de los televisores, dejaran de funcionar. El director aclara, por si acaso, que en todo momento evitó incurrir en los "estereotipos apocalípticos", pues su interés era mostrar cómo funcionan y cuáles son las consecuencias de "la adicción y el síndrome de abstinencia", cómo "podría llegar uno a sentirse" de pasar una cosa así.

Planteada al comenzar la escritura del guión con algunos toques de comedia que luego se eliminaron de raíz, la película gravita en torno a tres hermanos -cada uno atrapado en alguna tortura interior- y tiene un fondo de relato simbólico, distópico y gélido; todo ello reforzado por la presencia constante en sus imágenes de formas geométricas, sentimientos agónicos y una arquitectura contemporánea retratada con gelidez. De esta manera, explica Vranik, quiso hacer ver que se habla en su filme de un "problema universal". "Las localizaciones son neutras y asépticas porque no quería que el escenario fuera determinante, porque lo importante es que esto pueda pasar en cualquier lugar y en cualquier sociedad, no que se reconozca el paisaje de la Europa del Este", añade el cineasta, que buscó la frialdad como un elemento "vinculado a la adicción".

Vranik fue ayudante de dirección en Armonías de Werckmeister y era ciertamente inevitable preguntarle por su experiencia junto a su compatriota Béla Tarr. "Es realmente difícil trabajar con él. Reflexionas mucho, te enfadas mucho, te entran ganas de darle una paliza. Puede tener al equipo haciendo lo mismo durante días, no para hasta que consigue la imagen que tiene en su cabeza. Es un maniaco de la imagen, genera sensaciones confusas", responde con escaso entusiasmo el director de Transmission, que al menos, dijo, aprendió "mucho".

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