municipal | el cierre del botellódromo planea sobre el resto de barrios de la capital

El Albaicín reclama policía de barrio contra los 'microbotellones' nocturnos

La soflama veraniega no ayuda a pegar ojo últimamente. Cae fuego de día y cae fuego de noche en una ciudad donde la canícula es cada vez menos 'fresquita' cuando el sol se va a acostarse. Y si ya tienen difícil de por sí los granadinos conciliar el sueño en este arranque de verano, al efecto bochorno se le suma el contagioso ruido que conllevan las concentraciones nocturnas en los puntos más sensibles de la capital.

Lo está padeciendo el Albaicín donde, tras una etapa más tranquila en lo que a botellones se refiere, en los últimos años se ha notado un repunte de estas reuniones destinadas al consumo de alcohol al aire libre. Tanto que desde el barrio califican de "insoportable" el nivel de ruido que se está produciendo en las últimas semanas, por lo que el alcalde de Granada, Paco Cuenca, anunció ayer que atenderán las demandas vecinales cuanto antes con refuerzo policial y de limpieza.

El regidor socialista se hizo eco de las quejas ante el incremento de botellones en plazas y miradores emblemáticos del Albaicín y aseguró que el Ayuntamiento intensificará la presencia policial así como los servicios de limpieza. Cuenca mostró su preocupación por las concentraciones a horas intempestivas en las zonas más recónditas del barrio: "Son pequeños grupos que se reúnen muy tarde y que, en definitiva, lo que hacen es ensuciar la ciudad", lamentó el alcalde, quien hizo hincapié en que el equipo de gobierno "no va a consentir" y "va a perseguir con contundencia" a quienes no cumplan con la Ordenanza de la Convivencia.

El alcalde garantizó que se "está tomando nota" de las demandas vecinales para que se incremente la presencia de patrullas para evitar que "no se ensucie" el Albaicín y, sobre todo, para defender la "tranquilidad de los vecinos". En concreto, Cuenca, informó de que habrá un refuerzo policial en todo el Albaicín y más especialmente "donde la Policía no llegue", además de destinar más recursos de los servicios de limpieza si se siguen produciendo los 'microbotellones'.

No es el verano lo único que preocupa a los vecinos del Albaicín, sino que el inminente cierre del botellódromo-programado para el 1 de septiembre- también inquieta a los granadinos que habitan en las zonas más delicadas para este tipo de concentraciones. La propagación del botellón por toda Granada, como sucedía hasta la implantación definitiva del recinto de Arabial, es uno de los problemas que contempla el Ayuntamiento a la hora de cerrar el botellódromo.

No obstante, Cuenca recordó que existe un compromiso de todos los grupos políticos para que a la vuelta de las vacaciones se haya firmado la defunción del botellódromo. De hecho, según apuntó, el equipo de gobierno ya ha activado las reuniones con diferentes colectivos de la ciudad para hablar de alternativas de ocio juvenil, como actividades lúdicas y culturales. El uso que se dará al espacio delimitado para el botellón en Arabial se definirá en el observatorio que se ha creado para abordar dicha problemática, y que está integrado por todas las fuerzas políticas y por diferentes asociaciones vecinales y culturales de la capital.

En cualquier caso, la fecha está cerca. Quedan menos de dos meses para que se haga efectivo el cerrojazo del botellódromo y algunos barrios son conscientes de que el efecto rebote es un peligro real. De hecho, ya se está produciendo con el aumento de botellones veraniegos como los que han denunciado en la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín. La presidenta Lola Boloix no descarta que se vuelva a "como eran antes los fines de semana", en referencia a principios de la década de los 2000 cuando los miradores se convertían en un hervidero de jóvenes bebiendo al raso.

Por lo pronto, al Bajo Albaicín le preocupa el ahora. Que no es otra cosa que los botellones que este verano están proliferando más que nunca en plazas pequeñas, miradores y otros recovecos que guarda el barrio. "La mayoría son casas de bajo y alto a ras de suelo donde el ruido llega mucho más y afecta a los vecinos", lamenta Boloix.

Por lo general, el alboroto comienza sobre las nueve de la noche, cuando cae el sol, y surgen las primeras reuniones para combatir el calor. Estos microbotellones se alargan hasta altas horas de la madrugada, con el añadido de que van subiendo los decibelios, según relata la representante del Bajo Albaicín. "Cada vez hay por más sitios, más de diez plazas y placetas difíciles de acceder", señala.

Es por ello, que la principal petición que ha hecho la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín al Ayuntamiento es que haya patrullas policiales que vayan andando para llegar a las calles peatonales. "El coche o la moto no nos soluciona nada. Hace falta una Policía de barrio que conozca la zona y que tenga un teléfono para que traten bien los problemas concretos de esta zona", argumenta Boloix. Estas peticiones ya han llegado al equipo de gobierno, que está estudiando cómo hacerlas efectivas para que los botellones sean el menor de los problemas de un barrio al que le cuesta mucho dormir.

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