Los números son una herramienta que sirve para ayudar a interpretar tendencias, coyunturas, fases o etapas. Pero fuera de su contexto poco pueden hacer para dar relieve a la realidad. Para eso están las vivencias que, a golpe de historia, pueden dar una pincelada de lo que ocurre. Aquí, tres personas, tres historias, constatan la buena noticia de ayer, que el paro, por fin, ha bajado.

El sector de la hostelería ha sido uno de los más castigados por el desempleo en los últimos meses. En Loja, sin embargo, algunos establecimientos han apostado por aumentar su plantilla. Uno de ellos es el Restaurante Flati. Su propietario, Antonio Díaz, afirma que "un trato cuidado a los comensales y el descanso necesario para los trabajadores" son fundamentales para el negocio. Dos de sus nuevos empleados son Joaquín Martín y Silvia Agne. Para el primero, el primer semestre del año, en el que estuvo parado, fue complicado. "Perdí la cuenta de la cantidad de currículos que he entregado", afirma.

Eva Cámara también tuvo que hacer de la entrega de currículos su día a día desde que, en diciembre, cerrara su agencia de viajes. Gracias a unos amigos encontró trabajo en una agencia de seguros. "Ahora estaré en formación y a partir del verano sí habrá contrato", explica. Se dedicará a la venta telefónica y a la atención al público, para lo que se prepara desde ya con la idea de hacerse un hueco profesional en el sector. "Primero tienen que ver cómo trabajo, pero las perspectivas son buenas", confiesa.

Mario Orlando Santillán, por último, ha dedicado toda su vida a la construcción, y nunca le había faltado trabajo desde que llegó hace ocho años a Almuñécar desde su Argentina natal. Pero el último año las cosas han sido difíciles para el sector, y él no ha sido la excepción. Tras pasar un año en las listas del SAE al igual que su esposa y su hija, y a punto de terminarse su prestación por desempleo, consiguió trabajo en la empresa sexitana Emprendimientos Constructivos SL, que ejecuta la rehabilitación de la calle San Joaquín del Casco Antiguo, financiada a través del Plan E.

"Después de un año, gracias a Dios, conseguí trabajo en esta empresa", señala Santillán, que espera seguir trabajando en ello cuando finalice esta obra, de tres meses de duración. Aunque si no es así, está dispuesto a realizar otras tareas que le permitan sobrevivir.