20 años del mayor atentado de la historia de España

Así se vivió el 11-M en Granada: un dolor que apagó la Alhambra

  • Los granadinos se echaron a la calle desde el primer momento en apoyo a las víctimas

  • La Policía aumentó la vigilancia en el Albaicín y evitó que los presos de ETA salieran de sus celdas e Albolote

  • Raphael suspendió un concierto en el Palacio de Congresos y la actividad electoral se cortó

La primera concentración de repulsa fue a mediodía en la plaza del Carmen.

La primera concentración de repulsa fue a mediodía en la plaza del Carmen. / Pepe Marín / Archivo

Era una de esas mañanas en las que el sol no calentaba. Un jueves cualquiera del mes de marzo, sin ínfulas de nada, pero del que todo el mundo se acuerda. De lo que hacía, de lo que pensó (más bien de lo que iba pensando), y de lo que sintió (y fue sintiendo). Aquel 11 de marzo de 2004 en Granada se recuerda entre un silencio triste y un rumor de indignación que variaba conforme la brújula de la autoría viraba de ETA a Al Qaeda pese a los toscos intentos del Gobierno, entonces de José María Aznar, se afanaba en dar protagonismo a la banda etarra.

Granada vivía pegada a la radio, a la televisión, a los periódicos, y a un internet que aún no tenía ni la rapidez ni la facilidad de conexión que la actual. Todo el mundo pensaba en ETA pero desde casi el principio hubo muchas personas que no las tenían todas consigo. Pero antes que la división social que estalló sobre todo a partir del día siguiente, en el 11-M la provincia estuvo a una. El Ayuntamiento de Granada convocó la primera de las concentraciones improvisadas de aquel día, y que a mediodía llenaron la plaza del Carmen como no se recordaba en muchos años por un atentado terrorista.

José Torres Hurtado estrecha la mano de Javier Torres Vela ante Pilar del Castillo José Torres Hurtado estrecha la mano de Javier Torres Vela ante Pilar del Castillo

José Torres Hurtado estrecha la mano de Javier Torres Vela ante Pilar del Castillo / Pepe Marín / Archivo

La ciudad declaró tres días de luto oficial. Al frente de la concentración, el alcalde José Torres Hurtado y la entonces número 1 de la lista del PP de Granada al Congreso, Pilar del Castillo, secundados por los ediles del PP, PSOE e IU. Albolote, Guadix, Baza, Almuñécar, Loja, Iznalloz, Motril también tuvieron concentraciones matinales. La solidaridad era abrumadora. Si puede medirse en cifras, por ejemplo, en donaciones de sangre. 150 unidades salieron de los bancos de Granada en el primer avión a Madrid, a donde llegaron a las diez de la mañana. Cruz Roja envió una ambulancia con psicólogos, entre ellos, un bombero.

Las reacciones se fueron desencadenando. Primero, los partidos políticos suspendieron los actos de la campaña electoral de las Generales que iban a tener lugar el domingo siguiente. Más de 250 actos dejaron de celebrarse. Aquel día iban a estar en Granada Rita Barberá y Teófila Martínez en un acto del PP, por ejemplo, y no acudieron. Era lo menos importante. Quien más, quien menos, tenía aquellos días alguien en Madrid. La tía de Alicia, la amiga de unas colonias que no se conectó al Messenger en todo el día, el familiar que vivía cerca el Pozo del Tío Raimundo. Eran horas de pensar si estarían bien. Las redes estaban saturadas y eso aumentaba la congoja.

Manifestación de estudiantes por la tarde del 11 de marzo de 2004 Manifestación de estudiantes por la tarde del 11 de marzo de 2004

Manifestación de estudiantes por la tarde del 11 de marzo de 2004 / María de la Cruz / Archivo

La actividad institucional casi se paró. Se redujo al mínimo para atenciones administrativas, nada de actos. Quizás el atentado pudo salvar algún disgusto de trabajadores de los juzgados de La Caleta. Habían salido a concentrarse por los atentados cuando un incendio en el sótano afectó a todo el edificio. También quedaron en suspenso aperturas de exposiciones como una de dibujos de Miguel Hernández en la casa de García Lorca en Fuente Vaqueros, el cantante Raphael, que actuaba el día 12 en el Palacio de Congresos, lo dejó para otro momento, y representaciones teatrales como Los siete pecados capitales en el Teatro Alhambra. Solo Paco, un monologuista gaditano, trató de sacar una sonrisa aquella noche en uno de esos pequeños locales de la Carrera del Darro. La vida seguía. Lo que nunca se olvida era aquel silencio y aquellas calles vacías de vuelta a la una de la mañana. Solo hay un sonido que se le asemeja: el de la pandemia.

La gente joven fue quien llevó la voz cantante de las protestas contra el atentado. El mismo día 11 acabó en la plaza del Carmen una manifestación improvisada. En las facultades, la información bullía, y dependiendo de la ideología, había debates enconados. Eso no fue obstáculo para que en Políticas se emitiera Hay motivo, una serie de cortometrajes críticos entonces con el PP. La vida universitaria, en este caso siguió, pese a la tensión. Al mismo tiempo, el Arzobispado convocaba una misa para el día siguiente.

Los granadinos donaron sangre de forma masiva el mismo 11-M. Los granadinos donaron sangre de forma masiva el mismo 11-M.

Los granadinos donaron sangre de forma masiva el mismo 11-M. / María de la Cruz / Archivo

Lo que quizás pocos recuerden de aquel día es que ya la Policía empezó a vigilar de cerca algunos enclaves de la ciudad donde proliferaban los negocios regentados por árabes. Conforme se abría la línea de investigación al terrorismo islámico, agentes de la Brigada de Información se desplazaron al Albaicín. Pero hubo "normalidad" tanto en el barrio como en el "entorno de la Mezquita", contaba este diario. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado aumentaron los controles en toda la provincia y se buscaron "elementos sospechosos" de terrorismo en hoteles, estaciones de autobuses y trenes (hubo retrasos en los transportes por carretera y Renfe suspendió los servicios de aquel día), aeropuertos, y en "ambientes universitarios radicales". Hasta cien personas fueron identificadas en dos días. "No hay datos de que haya especial riesgo aquí, pero lógicamente, el propio ambiente nos hace estar más alerta", comentaban fuentes de la lucha antiterrorista en Andalucía a Granada Hoy aquel 11-M. Mientras la línea principal era ETA, en las primeras horas posteriores a la masacre, en la prisión de Albolote, los presos etarras se quedaron en sus calabozos y no salieron para evitar las zonas comunes.

El 12-M fue el del dolor. Hasta 250.000 granadinos desbordaron las calles en la gran manifestación. Hasta los bares cerraron. Del Salón hasta la Subdelegación del Gobierno, y en silencio. La Alhambra se apagó. Y a mediodía la ciudad paró. En donde estuvieras, con las señales horarias, parabas el coche. Aquellos días daba igual dejarlo todo.

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