Enrique Lanz, el autor de El retablo de Maese Pedro y Pedro y el Lobo, es una autoridad en el teatro con títeres pero ahora ha querido ir más allá y se le ha ocurrido poner a sus criaturas a bailar al son de Debussy en La caja de los juguetes, un sorprendente musical "articulado".

La caja de los juguetes se estrenará el próximo sábado en el Teatro Fernán Gómez con dramaturgia y dirección de Lanz, la música en directo de Murtra Ensemble, y la producción escénica de Etcétera.

"Buscaba algo sencillo y que llegara bien a los niños", explicó ayer Lanz, que se ha basado en la música que Claude Debussy (1862-1918) compuso para La boîte à joujoux (La caja de juguetes), The children's corner y The little negro, es decir, prácticamente todas sus partituras para la infancia.

Esta obra le permite trabajar con la estética de los juguetes de principios de siglo, integrar texto y equilibrar las imágenes y la música, con un discurso y lenguaje propio para niños pero con un "metalenguaje" dirigido a los adultos.

La caja de los juguetes cuenta la historia de "un triángulo amoroso" entre un polichinela, una muñeca de trapo y un soldadito de madera, y la de dos hermanos que al encontrar el legado de recuerdos y juguetes de su padre indagan en el valor de la memoria, en "la genética emocional".

En el escenario, un pianista, un quinteto de viento, actores y títeres mantienen durante 50 minutos un montaje en el que las creaciones de Lanz bucean en la importancia de los recuerdos, en la del conocimiento del pasado y en la seguridad emocional que aporta.

El texto original que André Hellé escribió para la partitura de Debussy ha sido adaptado por Lanz para incluirlo en la historia creada por él sobre los hermanos que, después de largos años sin verse, se reúnen en el sótano de su padre, un músico que se ganaba la vida como constructor de juguetes.