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Martínez Ros viaja a la extrañeza de vivir con 'Trenes de Europa'

  • El poeta murciano, ganador del Adonáis en 2004, regresa con un libro sobre el "proceso de reconstrucción" de un hombre y "el tiempo particular de la memoria"

"Somos lo que podemos olvidar / de los días pasados, el murmullo / del aliento que nadie más percibe: / dos jóvenes que cruzan Francia en tren". Una pareja atraviesa ese tiempo impreciso del viaje, un desplazamiento "hacia un lugar ajeno, un país de ficción", en el que todo se diluye en una extrañeza lindante con el sueño y los dos amantes dejan "muy atrás / nuestros antiguos cuerpos, los nombres caducados".

En Trenes de Europa, publicado por la Fundación José Manuel Lara dentro de la colección Vandalia, José Martínez Ros (Cartagena, 1981) embarca al lector en un trayecto al "tiempo particular de la memoria" en compañía de una presencia femenina "un tanto fantasmal". Será un periplo, no exento de complejidad, en el que un hombre se reinventa a sí mismo.

Trenes de Europa narra el "proceso de reconstrucción" que sufrió el propio autor tras ganar en 2004 el Adonáis con su primer libro, La enfermedad. "Después de eso estuve un año sin escribir un solo verso. Todos los días miraba la estatuilla del premio y me decía: Esto lo ha ganado gente como Claudio Rodríguez o Francisco Brines. Esa responsabilidad me tenía bloqueado. La situación cambió cuando me enfrenté a una serie de cambios personales, me instalé en Madrid y empecé a tener nuevas relaciones. Ese proceso de reconstrucción es el que registra este libro", comenta Martínez Ros. El poeta comparte la perspectiva de Gil de Biedma, que entendía la creación como "una aventura de salvación personal", y en esta obra ha tratado de "redefinir mi persona" y "contar cómo soy después de todos estos años".

Martínez Ros, convencido de "la importancia de la memoria", reflexiona sobre las pérdidas que arrastra el transcurso del tiempo: Trenes de Europa es también el relato de los sacrificios de la madurez y "la ambivalencia de las emociones" que conlleva el ejercicio de vivir. "Hemos dejado atrás a la inocencia con sus leyes feroces y todos los amores imposibles. No es una evolución, sino un descenso", sentencia el autor en uno de los poemas en prosa de la obra.

En la presentación de su poemario, Martínez Ros estuvo acompañado por los escritores Javier Vela y Joaquín Pérez Azaústre, que siente afines a sus inquietudes aunque descarte la idea de una generación. "Es un tema complicado", cavila. "Hay algunos compañeros con los que me identifico, pero no me gusta el concepto de generación: se ha convertido en algo comercial, ligeramente corrupto, una forma de vender libros".

Para Pérez Azaústre, el libro destaca por "una ambición estética" frente al "discurso de la incapacidad para nombrar las cosas que padece la poesía actual. Hoy se aspira a la mirada corta, al vuelo raso. Pero éste es un libro que se arriesga y que nos nombra a cada uno de nosotros". El autor de Una interpretación y El jersey rojo sostiene que Martínez Ros retrata con maestría las incertidumbres del viaje, "esa sensación de misterio en la que sólo tenemos presente la salida y el sitio de llegada, ese punto intermedio en el que hemos dejado atrás nuestro pasado".

Vela también elogia "la forma absolutamente cerrada" de la propuesta y señala "determinadas atmósferas fílmicas" que plasman los versos, impregnados de "la tristeza urbana de Wim Wenders y Kieslowski". El polaco aparece mencionado en La experiencia Penfield, uno de los poemas: "...dos jóvenes amantes, una escena rodada / en un puente de Londres con la luz de Varsovia -la claridad que vuelve indestructibles / las cosas, anulándolas- si la filma Kieslowski".

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