Patrimonio

Tesoros escondidos entre estanterías

  • La Fundación Rodríguez-Acosta reabre la selecta biblioteca del pintor granadino tras un año de restauración

  • El espacio alberga numerosas obras de arte de cuatro continentes y 3.000 títulos sobre arte, filosofía y literatura

Nacido en el seno de una familia dedicada a los negocios bancarios, el pintor José María Rodríguez-Acosta (Granada, 1878-1941) gozó toda su vida de una desahogada posición económica, lo que le permitió dedicarse a la pintura con autonomía, produciendo en los primeros años del siglo XX unas obras que, a caballo entre el modernismo y el simbolismo, obtuvieron importantes premios en exposiciones nacionales e internacionales. Entre 1915 y 1930 abandonó prácticamente los pinceles para dedicarse a la planificación, construcción y decoración de su carmen granadino. En él se encuentra ahora la sede de la Fundación Rodríguez-Acosta, que desde hace unas semanas ha reabierto al público la selecta biblioteca del pintor. "Llevaba cerrada un año por un problema de goteras a propósito de unas filtraciones de la terraza superior. El Patronato de la Alhambra y el Generalife, a través de la Junta, nos concedió una subvención extraordinaria para subsanar el inconveniente y mejorar el aspecto de la biblioteca", explica la coordinadora de la institución, Carmen López Pertíñez.

La biblioteca, situada en la primera planta del estudio del pintor, alberga una genuina colección de arte y otra de libros con 3.000 títulos aproximadamente. "El edificio es muy singular. No hay espacios para comer o dormir, lo cual está en la línea de estudios centroeuropeos. Si lo comparamos con otros estudios españoles de prestigio no encontramos ninguna similitud", recalca López. Sólo la visita especial de dos horas programada todos los sábado a las 11:00, que contempla el edificio principal, los jardines y la antigua residencia de artistas, le permite al público ver la biblioteca. "El visitante verá, no sólo un edificio blanco muy cúbico, sino lo que hay dentro, que es una mezcla de culturas de casi todos los continentes", destaca.

Dentro de las vitrinas, diseñadas exclusivamente por el artista granadino, se exhiben auténticos tesoros procedentes de la Necrópolis Ibérica de Tútugi, en Galera (Granada). "La normativa actual no permitiría la adquisición de ese tipo de piezas", reconoce la coordinadora de la Fundación Rodríguez-Acosta. Se trata de unas 12 o 13 obras, entre las que se encuentra un casco de guerrero íbero, encontradas tras el descubrimiento de Tútugi. La colección se completa con objetos de arte greco-romano.

Otra de las vitrinas concentra parte de las piezas de arte asiático adquiridas por el pintor en sus viajes, entre las que destaca un kapala. "Es un cráneo humano engastado en montura de bronce con incrustaciones de turquesa del siglo XVIII procedente de Mongolia, que funciona como una copa para uso ritual. Es característica en el budismo tántrico hindú y tibetano para llevar a cabo iniciaciones esotéricas", señala el conservador de la Fundación, Javier Moya Morales. La institución también cuenta en su colección con ocho botellas de rapé -o tabaqueras-, obras de arte chinas que combinan la talla, la pintura de las miniaturas en el interior y la caligrafía. Sin olvidar varios altares budista portátiles.

También destacan piezas de la China barroca, como algunas cerámicas y biombos tallados y bordados; platos de cerámica dorada de Manises y bastos vidrios de Castril; una tableta egipcia faraónica; pinturas tibetanas; una Virgen castellana del siglo XII, enmarcada en un trozo de retablo barroco, y frente a ella, una cabeza de dragón chino.

"En cuanto al apartado editorial, encontramos interesantes ediciones encargadas a libreros extranjeros y algunas muy vinculadas a José María Rodríguez-Acosta. Hay muchos ejemplares de Revista de Occidente -sobre todo ediciones filosóficas- porque él es uno de los socios fundadores, esto se explica por su vinculación estricta con Ortega y Gasset", subraya la coordinadora de la Fundación Rodríguez-Acosta. La colección formada por libros, principalmente de literatura, filosofía, ciencia, política, viajes y sociología, alberga en su mayoría ediciones en castellano, aunque también las hay francesas, italianas, inglesas, norteamericanas, alemanas y hasta rusas.

El pintor manifiesta una gran afición a los clásicos de la antigüedad, Platón en particular; a los de la edad moderna como Cervantes, Shakespeare, Racine, Molière; y a los naturalistas y modernistas de fin de siglo como Émile Zola, Paul Valéry, Paul Verlaine y Rabindranath Tagore. Hay también mucho Goethe, Nietzsche, Schopenhauer, Baudelaire y Kipling. "Hay hasta de Luís Vaz de Camões , lo que no es común en una biblioteca privada española. Y cuando el editor Aguilar comenzó su serie Obras Completas, se adquirieron, entre otras, las de Calderón, Quevedo, Góngora y Rubén Darío", comenta Julián Gallego en el libro José María Rodríguez-Acosta.

En cuanto al apartado español, se encuentran algunos libros de Ramón Pérez de Ayala, Fernando de los Ríos, Ángel Ganivet, Ramón Gómez de la Serna, Julio Camba, Rafael Alberti, Ramón del Valle-Inclán y hasta una edición en portugués del Romancero Gitano de Lorca.

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