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Viaje de altura con 'Varekai'

  • El Circo del Sol estrena en el Palacio de los Deportes de Granada su último espectáculo, una explosión de emociones que gira en torno al mito de Ícaro

Este circo no necesita leones, osos, elefantes o una gran carpa a rayas. No tiene tres pistas ni exhibe mujeres barbudas ni tragasables. El arte de El circo del Sol es diferente, subyugante de tan vivo y bello y solo precisa la flexibilidad de su vocabulario. Es capaz de mutar una acrobacia en un paso de baile preciso y grácil o en un sentimiento contenido.

Varekai, el espectáculo que presentó anoche la compañía canadiense en el Palacio de Deportes de Granada,-del que aún quedan entradas para los próximos días- consiguió traspasar de nuevo las líneas de lo real y reescribir el mito griego de Ícaro con tinta valiente y colorista.

Ícaro aparece tras su caída en Varekai, el bosque de los seres fabulosos, herido y portando sus alas de cera fundida cual ángel caído, que yergue orgulloso con la fuerza de su torso. El joven desorientado encuentra en los habitantes de ese bosque su guía hacia la salvación.

Cuando los acróbatas del número Russian Swings comienzan su actuación en la que parecen pájaros colgados del cielo movidos por el viento, el aliento se contiene con los peligrosos mortales -ellos le dan verdadero significado a la expresión- y le siguen suspiros de alivio de los niños que resistieron taparse los ojos. Valga decir que Varekai es un espectáculo que disfrutan especialmente los niños, pues son los que aún viven en ese mundo fabuloso de imaginación que representa El circo del Sol en cada función.

Efectos, música y actuación se funden para desatar el trueno de la escena perfecta para los ojos del público más exigente.

Quien visita la casa de El Circo del Sol sabe bien que lo que va a contemplar es fantasía y arte elevado a su máxima potencia. Varekai gira con un equipo de 100 personas de 19 nacionalidades, aproximadamente la mitad de ellos son artistas y la otra mitad son técnicos, maquilladores y sastres. Todos ellos se concentran en que la maquinaria de precisión que es Varekai funcione a la perfección. Como cuenta Julie Desmarais, publicista canadiense de la producción que lleva 6 años en el circo, "el montaje se hace en 12 horas con 25 técnicos especializados" y "durante la gira necesitamos 60 personas locales de ayuda para montar el escenario". "El dia comienza a las 7 de la mañana y acaban muy tarde. El desmontaje del último día se hace en menos de 4 horas", comenta Desmarais.

Tanto el trabajo de coordinación previo como el espectáculo en sí han llevado al Circo del Sol "a otro nivel", cuenta Jesica Heredia, bailarina y acróbata barcelonesa que gira desde hace tres años con Varekai. "Trabajar en el Circo del Sol es una experiencia, es un sueño que siempre tienes ahí, más arriba que esto no hay nada para un artista".

Su número es el sliding surface en el que durante aproximadamente 4 minutos la catalana se desliza por el escenario con potentes movimientos de break. Además Jesica también participa en el número de acro-sport junto a otras acróbatas. El recorrido mágico del hijo de Dédalo por las suntuosas escenografías (en el techo, una escalinata recorre el escenario y parte del graderío y desde las alturas acoge gran cantidad de la acción de la obra) y el baile de luces y sombras de Varekai, se torna un espejismo que atrapa al espectador en ese bosque bajo el volcán creado por Dominic Champagne en 2002, que en la actualidad dirige el británico Michael Smith.

Pero lo que diferencia esta obra del resto de espectáculos, es que tiene historia y mensaje, "Varekai es una historia de superacion" añade Jesica Heredia. Siete músicos, colocados tras el mar de juncos al fondo de la escena, tocan la soberbia banda sonora en directo que acompaña las acrobacias, piruetas y bailes de vértigo. Las composiciones, de Violaine Corradi tienen un toque étnico que complementa a la perfección la historia.

En ese te caso, volar demasiado cerca del sol para aterrizar en Varekai, es lo mejor que podía pasarle a Ícaro.

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