todos los que son

El fotógrafo que extrae el alma de los modelos

  • En esta sección se mostrarán retratos de los jóvenes que destacan en la ciencia, el arte o la empresa que escribirán en el futuro las páginas de la historia de Granada y su provincia

JAVIER González (Granada, 1992) pertenece a esa estirpe de jóvenes creadores que combinan la búsqueda incesante de las emociones con la creación constante y continua a todas las horas del día. Su obra fotográfica comenzó a brotar hace menos de un lustro y hoy día está altamente considerada en el mundo de la moda. Ese estudio de la belleza en el que el artista grita horrorizado antes de sucumbir, como diría Baudelaire, es el encuentro dialéctico y rutinario de Javier González con sus proyectos.

Nacido en una familia humilde de la Zona Norte, su primera cámara la compró con ayuda de su madre. "Fue una Canon 550 y la he tenido hasta hace muy poco. Llamé a unos amigos para hacer una sesión sin saber que uno de ellos trabajaba en una agencia de modelos y que, la que hoy es mi jefa, Raquel Nofuentes, se iba a interesar por mi trabajo", confiesa.

Nofuentes puso el ojo en este joven de quien sus amigos aseguran que es capaz de sacar arte de una simple farola. Actualmente es profesor en Nofuentes Model Management de distintas disciplinas, desde la imagen personal hasta las técnicas de desfile. Los girasoles no tienen nada de excepcional, pero aquellos girasoles que pintó Van Gogh sí que lo son, porque es el ojo del artista el que convierte en genial algo tan cotidiano como una flor o una farola. "La fotografía me gustó por la posibilidad de plasmar momentos, y también de poner en práctica mi parte creativa. Me gusta todo lo que sea fotografía visual: crear, hacer espectáculo, entretener a la gente... es una parte que siempre se me ha dado bien", señala.

Ágil, despierto, dialéctico, irónico, soñador y volcado en su trabajo, Javier ha desarrollado su oficio en el mundo de la moda especialmente si bien se ha formado también en la interpretación, "que me sirvió bastante para mi trabajo y que es un terreno al que me gustaría volver" y ha desempeñado numerosos empleos para sacar adelante su sueño. La fotografía le ha llevado por toda España, Inglaterra e Italia y lo impulsará a coger un avión rumbo México próximamente con la intención de tender puentes hacia Miami, la principal vía de entrada en el mercado estadounidense. "Yo siempre digo que no se me han caído los anillos por trabajar en lo que haya hecho falta para ahorrar y sacar adelante mis proyectos", asegura el fotógrafo.

La fotografía, como toda empresa, necesita de una inevitable inversión para comenzar. "Los materiales son caros. Una cámara buena te puede costar de cuatro o cinco mil euros en adelante y si a eso le sumas hacerte con un buen equipo, iluminación, accesorios y con todo el material para tener tu propio estudio, estamos hablando de más de diez mil euros de inversión inicial", comenta mientras mueve con delicadeza el café que nos tomamos en las inmediaciones de Calle Elvira.

Es el día que quedamos para fotografiar a este joven fotógrafo. "Es curioso, he hecho miles de fotografías pero a penas si tengo fotografías mías personales", comenta. Es un día gris y llueve, nos preocupamos por la luz y él comenta que al revés, "los días nublados me gustan más porque la luz es más homogénea y hace que la foto suavice más las facciones".

En efecto, por mucho esmero que ponga la industria electrónica en mejorar el color en la fotografía, el blanco y negro sigue estando de moda. Woody Allen retrata New York siempre en blanco y negro, porque es una ciudad gris, dice el cineasta de Manhattan, y Javier González gusta del blanco y negro para sus hermosos retratos de jóvenes a los que extrae el alma en cada pose, quizá para suavizar sus facciones, quizá porque Granada es también una ciudad gris. "Granada no deja de ser una ciudad pequeña, y aunque ha crecido el número de gente que se dedica a la fotografía, si quieres hacer carrera tienes que irte a Madrid, Barcelona o Valencia, y aún así, el mundo de la moda está difícil en España", asegura este veinteañero que ha llegado a la fotografía para quedarse y dejar huella.

Le preguntamos el secreto del triunfo y contesta que si lo supiera no nos lo diría, pero que "sin duda, el trabajo, la disciplina, la constancia, son parte de la clave". Estos atributos no le faltan. Su ejemplo de joven comprometido con el arte, con la belleza, con la creación para que "la gente se divierta" lo ha sellado en un pacto tácito consigo mismo, un pacto que le lleva a no traicionarse nunca, a no traicionar a aquel adolescente de familia humilde que le contó un buen día a su madre que la fotografía era su vida, y que a ella se quería consagrar.

Javier González es un ejemplo de artista hecho a sí mismo, de artista que se cuece a base de esfuerzo, trabajo, sin regalos, ni padrinos, ni recomendaciones. Un artista íntegro que se fragua a través del tesón personal y el talento con el que está dotado, un artista que nació en un barrio donde el flamenco sonaba por todas las esquinas. "Soy de la Zona Norte, me tiene que gustar el flamenco por inercia, pero escucho de todo, desde pop comercial, hasta rock, indie, música electrónica", comenta un artista que recuerda especialmente la película Cisne Negro "porque trata muy bien el tema de la envidia, esa envidia que tanto observamos en estos mundillos del artisteo", afirma un artista al que marcó la lectura de El monje que vendió su Ferrari. Por mucho que nos empeñemos, una imagen sigue valiendo más que mil palabras, sobre todo cuando las imágenes, esas imágenes que nacen en el objetivo de este joven granadino, son, en esencia, pura poesía.

Fotógrafo de moda

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