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Una historia ejemplar

Desde que se descorrió el telón dejando ver a los músicos, todos sentados y dispuestos en semicírculo, y el gran Chesnutt comenzó a cantar y a rasguear su guitarra, un sentimiento sobrecogedor se apoderó del teatro y el público quedó cautivado por un concierto enorme que ninguno de los presentes olvidará. Era la segunda entrega del ciclo de pop-rock que programa la Junta de Andalucía. El día anterior habían tocado Akron/Family y Vetiver, y el posterior lo harían los esperados Two Gallants pero visto y oído lo que ocurrió la noche del viernes difícil lo iban a tener para superar a Vic Chesnutt como lo mejor de esta edición. De aperitivo tuvimos la oportunidad de descubrir a unos muy correctos The Cannery, un ortodoxo grupo de americana con base de operaciones en San Francisco, y al que pocos recordarán después de la lección que vendría después. Y esta no es otra que la de un superviviente armado con una guitarra de cuerdas de nylon, la presencia episódica de una armónica y, sobre todo, una voz estremecedora para contar historias en las que lo cotidiano adquiere un matiz inquietante con la agudeza y el sarcasmo que les inyecta el cantante norteamericano.

Nacido en Jacksonville, Florida, mediados los sesenta, James Victor Chesnutt creció como hijo adoptado en una familia rural y de profundas convicciones religiosas en Zebulon, Georgia. De sus abuelos heredó la afición por las canciones y ya desde muy joven comienza a componer. Instalado en Athens, la ciudad universitaria del estado, y lugar de origen de R.E.M. toma contacto con la vida bohemia, de la que queda prendado. Desde entonces, han sido varias las veces que ha rozado la gloria: sus primeros discos fueron producidos por su sincero admirador Michael Stipe; ha grabado con Bill Frisell, Lambchop o, últimamente con Guy Picciotto de Fugazi. En el 96 incluso se editó un disco en el que artistas vendedores versionaban sus temas. Ahí estaban Garbage, Smashing Pumpkins o Madonna, pero ni por esas Vic, culillo de mal asiento, logró la estabilidad discográfica y su carrera ha sido un continuo peregrinar por diferentes compañías. Ahora, con 11 discos publicados, nadie puede discutirlo como uno de los más personales cantautores de su generación.

Como autor es ácido y sombrío, cómico y macabro, intrépido y sagaz. El viernes acabó su concierto con una espeluznante lectura del stoniano Ruby tuesday. Pero el público quería más. Entonces volvió solo al escenario y dejó para el bis una prueba más de las imágenes devastadoras que dibuja en sus canciones: "Papá llega a casa del trabajo con su camisa amarillenta y Mamá revolotea sobre sus verduras; yo me siento feliz porque mi silla funciona correctamente". Créanme, no suena igual cuando lo dice alguien postrado en una silla de ruedas desde que quedara tetrapléjico tras un accidente de coche que le rompió el cuello a los 18 años.

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