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El oscuro viaje del cuerpo de Lorca

  • Manuel Ayllón presenta esta mañana 'El caso Lorca. Fantasía de un misterio', la obra que continúa las tesis que ya comenzó a plantear en la novela 'Granada 1936'

Última foto de Lorca con vida, en Madrid en 1936.

Última foto de Lorca con vida, en Madrid en 1936. / Reportaje Gráfico: Granada Hoy

¿por qué se escondió Lorca en la casa de los Rosales? ¿Quién le denunció? ¿Estuvieron implicados familiares del padre en el asesinato del poeta? ¿Hubo un pacto entre su familia y los militares sublevados? ¿Sacaron el cadáver de la tumba donde le echaron sus asesinos? ¿Por qué se oponen sus herederos a la búsqueda de sus restos? ¿Por qué no se certificó su muerte hasta cuatro años después del crimen? A todas estas preguntas da respuesta Manuel Ayllón en su último libro: El caso Lorca, (Doña Tecla, 2017) una mezcla de novela, reportaje y ensayo que es la continuación de su anterior libro de ficción: Granada 1936 (Stella Maris, 2015).

Lo presentará esta mañana en el Cuarto Real de Santo Domingo junto a Miguel Caballero, el investigador que acompañado por Javier Navarro fue el responsable de las últimas excavaciones para buscar en Alfacar los pozos que pudieron servir de fosas comunes para depositar los restos del dramaturgo.

Ayllón ya eludió la llamada "tesis oficial" al novelar las últimas horas del poeta en su libro Granada 1936, en el que atribuye a una rama de la propia familia de Lorca la responsabilidad de su asesinato. "Granada era un caldero de odios que se cocieron en sí mismos durante los primeros días de la Guerra Civil", cuenta Ayllón al señalar la inquina que le tenían al poeta por La casa de Bernarda Alba, drama en el que retrata a su propia familia sin cambiar los nombres de los personajes. A esto dice que se añadía la envidia que sufría por su padre, Federico García Rodríguez, por sus éxitos económicos y políticos.

Este arquitecto se sumergió en la historia de Lorca por su abuelo paterno, un dirigente sindicalsocialista que fue asesinado en Granada por aquellos días, y asegura que los cuerpos del dramaturgo granadino y de sus tres compañeros fueron desenterrados del paraje de Víznar pocas horas después. Es en este punto en el que abandona las tesis oficiales.

"Con la indagación sobre el asesinato de mi abuelo sucedió como con las cerezas, que una lleva a la otra, hasta penetrar en el conocimiento de una trama criminal que asoló Granada en aquellos primeros meses de la sublevación fascista. Dentro de esa política genocida, el asesinato de García Lorca pareció el más sabido y yo he procurado contextualizarlo en unas circunstancias que nunca se han valorado adecuadamente. Lorca no es el único; es uno más, pero bien vale su figura para explicar algo que le trasciende", comenta el autor, quien apunta que no emprende acciones para encontrar el cuerpo de su abuelo pero si alguien lo buscase nunca se opondría.

El Caso Lorca continua la narración donde quedó en el anterior libro, en lo que ocurre tras el asesinato, por lo que el poeta ya no aparece como un personaje. El subtítulo, Fantasía de un misterio hace referencia, según el autor, a "la gestión que se ha hecho del cadáver del poeta" y a que su muerte siempre se ha presentado "como un misterio".

"Cabe entender que circular por lo misterioso en un caso como este, donde las pruebas desaparecen, incluyendo el cadáver, y que los testigos han muerto llevándose el secreto a la tumba, exige obrar con la fantasía, al menos como recurso narrativo", indica el autor sobre el motivo que le ha llevado a elegir la ficción en la primera parte de su obra.

Pero la obra se compone de tres partes y a cada una de ellas corresponde un género literario pues, en palabras de Ayllón, son las "tres las maneras de acercarse al problema": "Desde la novela, la primera parte, donde se narran los hechos que ocurren inmediatamente tras la muerte; desde el reportaje, la segunda parte, donde se describe el proceso de investigación para determinar el emplazamiento último de los restos del poeta; y desde el ensayo, la tercera, para abordar de manera metodológica y documentada los principales problemas y cuestiones que subyacen en las dos anteriores".

Y para sostener las tres partes el arquitecto y escritor ha realizado un intenso trabajo de investigación en los archivos eclesiásticos y civiles, del Ministerio de Agricultura, del Instituto Nacional de Colonización, y de los Registros Civiles. Y el análisis comparado de los textos se ha completado con entrevistas personales, documentación cartográfica y fotografía de época.

La novedad de las tesis del investigador es que en la actualidad se mantiene una historia sobre el asesinato que ha hecho aún más grande a García Lorca, pero en realidad el poeta fue un joven "inofensivo e inocente". Según El Caso Lorca, el autor de Doña Rosita la soltera resultó asesinado casi por un error, "porque se les fue de las manos" y fallaron las comunicaciones que debían parar su ejecución a cambio de un dinero aportado por la familia.

En su narración también explica el periplo de los restos, que se trasladaron a la Huerta de San Vicente, la residencia de veraneo de la familia en Granada, y luego a una iglesia de Láchar para recibir "la sagrada sepultura que quería su madre antes de abandonar España y que logró gracias a un sacerdote que era de la familia".

Sostiene además que, con la familia muerta y en unas obras para derruir ese templo en desuso tras las elecciones de 1977, aparecieron "unos huesos". Según Ayllón, eran los de García Lorca pero se tiraron al cauce del río Genil sin saber que se trataba de los restos del poeta, lo que convertirá en eterna la búsqueda del cuerpo del autor de Poeta en Nueva York.

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