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"Nunca pensé que hubiera que gestionar la cultura mirando sólo a los creadores"

  • La ex ministra de Cultura participa a partir de las seis de la tarde en la mesa redonda de Mujeres del Cine dedicada a 'Mujeres y Deporte' · Antes de llegar a Granada subraya que la cultura "no es una cenicienta"

-Hoy participará en el Festival Mujeres del Cine. ¿Sigue pensando, como decía Simone de Beauvoir, que lo pequeño es grande?

-Beauvoir para mí sigue siendo referencia... Creo que es un buen criterio para funcionar en la vida y mucho más con la que está cayendo con la crisis. Me parece que este festival es muy necesario. Absolutamente imprescindible.

-¿Va habitualmente al cine?

-Voy muchísimo al cine. La última película que vi la semana pasada fue De dioses y hombres, que fue premio especial en Cannes y me interesó mucho el tema que trata.

-¿Y la última española?

-También la lluvia. El otro día iba a entrar con mi hija a ver Para qué sirve un oso por relajarnos un poco pero al final no pudimos… La película de Icíar Bollaín es maravillosa. Fíjese, es un ejemplo en el que una mujer tiene una mirada completamente diferente de la que tendría un hombre sobre un tema tan importante como el derecho humano al agua. En vez de hacer una gran película super política sobre el derecho humano al agua en el planeta, Icíar lo proyecta desde una mirada radicalmente distinta. Un hombre seguramente hubiera hecho una película a lo Oliver Stone…

-¿Nota cuando va al cine más butacas vacías?

-Me gustaría que no se le siguiera colgando tan mala etiqueta al cine de nuestro país. Hay un sector de opinión y de medios de comunicación que están empeñados en eso y me parece injusto con la cultura española. Pasa justo lo contrario que con los franceses, que parece que están obligados a ir a ver su cine. No es que todas las películas francesas sean buenas, pero a ellos les gusta. Luego cada ciudadano compra la entrada que quiere y opina lo que quiere. Por otro lado, me parece que la gente que hace cine en nuestro país tendría que tener las orejas y los ojos muy abiertos a otros temas que le gustan y que interesan a la gente. Se pueden hacer grandes películas con temas aparentemente pequeños, como ocurre con El discurso del rey.

-Como ha dicho, no pasa como en Francia. ¿Cambiará la situación con Enrique González Macho?

-Yo le deseo lo mejor. Dijo el otro día que habría que despolitizar un poco el cine. Sí es verdad que al cine habría que tratarlo con una cierta blancura como hacemos con los editores, con los autores, los artistas plásticos… yo creo que sería bueno para el cine español, y en ese sentido, que cada director se manifieste políticamente como quiera porque está en su perfecto derecho.

-No es necesario que todas las películas sean buenas...

-La cultura no funciona como el mercado, donde lo que se vende es lo que hay que producir. Eso sería peligrosísimo. Todas las películas son necesarias: sin las minoritarias no avanzaríamos en creatividad y en novedad y sin las mayoritarias no sostendríamos la industria.

-Antes que la ministra Sinde usted promulgó la Ley de Propiedad Intelectual y dijo en su momento que en la Ley del Cine todos eran de una deslealtad absoluta. ¿Se repite la historia?

-Gestionar la cultura es muy difícil. Me va a permitir que no haga valoraciones de ninguno de los dos ministros que me sucedieron porque creo que eso sería poco estético por mi parte. Yo estoy para lo contrario. Fui una consejera y una ministra que durante casi doce años consideraba que la cultura era un servicio público y por tanto me preocupaba mucho dónde se invertía y cómo se gestionaba lo que le llegaba a los ciudadanos. Nunca pensé que la cultura hubiera que gestionarla mirando sólo a los creadores. Para mí los ciudadanos estaban antes y los creadores después. El ciudadano no se me iba nunca de la cabeza.

-Ya decía entonces que el problema no serían los 'top manta' sino internet.

-Surgen nuevos temas que tienen que ver con la cultura, las nuevas tecnologías, los nuevos comportamientos, las nuevas libertades, los nuevos derechos que se crean en las redes... y no se pueden abordar picoteando. Yo creo que tiene que haber un gran debate, social primero y político después, que hay que hacer de manera compleja y transversal. No se puede tratar ahora el tema del canon, después otro tema, luego el otro… Este país se lo tiene que tomar de una forma profunda e integral y abrir un gran debate sobre este asunto con ciudadanos, medios, partidos políticos y finalmente las instituciones de la democracia española. Cuando salí del ministerio lo que tenía pendiente delante de mí era una ley, no un apartado de una ley ni un elemento concreto sino una ley nueva de Propiedad Intelectual.

-¿Aquí no vale eso de unirse al enemigo?

-Internet no puede ser un enemigo porque es un instrumento que utiliza la gente y que además tiene una cantidad de beneficios enorme. Entre otras cosas porque podemos de manera legal y respetuosa disfrutar de películas y de música de una manera tan interesante que no teníamos antes, cuando por ejemplo tenías que comprar un disco con trece canciones cuando sólo te interesaban dos. Es un cambio de mentalidad. Lo que ocurre es que tenemos que adaptarnos, empezando por los criterios legales, a que la cultura no sea ni gratis ni cara. No puede ser gratis porque los artistas y los creadores tienen que vivir de lo que hacen porque si no nos quedamos sin creatividad. Y no puede ser cara porque la cultura es un bien de primera necesidad desde mi punto de vista político.

-¿Apuesta por la versión original?

-Sí. El doblaje forma parte de una historia muy triste, de una sociedad muy subdesarrollada por culpa de una dictadura como la copa de un pino. Soy de las que piensan que hay que promocionar lo que podamos la versión original.

-Dedicó doce años de su vida a la Cultura. Si volviese, ¿por dónde empezaría?

-La verdad es que considero que la gestión cultural es casi una segunda cualificación que tengo. ¡Es que son doce años! como si hubiera hecho una licenciatura con su doctorado incluido. Ese tesoro de conocimiento lo tengo no porque sea muy lista, que no lo soy, sino porque después de tanto tiempo a poco que no seas tonto aprendes mucho. En el hipotético cuento de fantasía de que regresara lo primero sería colocar a la cultura en un lugar central del debate cívico y del debate político porque la cultura no es una cenicienta. Desgraciadamente, y lo digo con conocimiento de causa, a este país le hacen falta todavía unos cuantos debates sobre la importancia de la cultura. Yo me la tomaba tan en serio... Hecho en falta más solvencia, más seriedad en los debates sobre la cultura en los ayuntamientos, en los parlamentos autonómicos, a nivel nacional…

-Para usted fue muy importante el Museo Picasso de Málaga. El Thyssen no ha comenzado con buen pie...

-Por experiencia propia sé que echar a andar un museo es complicado y a mí la verdad es que en este caso me alegra tanto que la colección de Tita Thyssen esté finalmente en Andalucía, y más en un lugar como Málaga, que no le voy a poner ningún pero y le deseo lo mejor.

-Volvamos a Granada. ¿La gestión de la Alhambra debe seguir aquí?

-Por supuesto. Ahí di una de las batallas como política andaluza que con más honor pude vivir. La administración autonómica andaluza es de las mejorcitas de este país en cuanto a cultura se refiere. Decirnos a los andaluces y a los granadinos que la Alhambra había que gestionarla desde la administración central, saltándose a la torera el decreto de transferencias, fue un insulto de tal naturaleza que terminó como tenía que terminar.

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