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El poeta iluminador

YEHUDA AMIJAI (Alemania. 1924). Si realmente 'el poema' es el lugar donde se citan la experiencia y la imaginación, donde el sentimiento y la idea se funden para concebir asociaciones de significados iluminadoras, entonces 'el poeta' es Yehuda Amijai.

Porque en sus poemas su biografía no se oculta, pero tampoco se exhibe, como sí suele suceder en aquellos escritores que han sufrido en primera persona los horrores de una guerra (dos en el caso de Amijai: la Segunda Guerra Mundial -como voluntario de la Brigada Inglesa- y la Guerra de Independencia de Israel en 1948). Es un tema el bélico (el de la soledad, el desamparo, el miedo, los amigos caídos...) que no deja de estar presente en su obra, pero nunca copa el primer plano del discurso; digamos que es el epicentro de un terremoto, pero no sus consecuencias. Y tampoco siempre: hay también allí lugar para el amor sin atenuantes, para la (i)rreligión teórica y aplicada, para la contemplación de un paisaje por paisaje, para la degustación de la vejez... Y así como su vida vive en cuanto escribe, del mismo modo le asiste la fábula en sus poemas, donde una mirada plena de simbolismos armonizan la conciencia humana y los compases de la existencia, abstraen lo cotidiano hasta elevarlo a universal.

Ese posicionamiento estético le granjeó el abucheo en Israel de la generación poética en boga y de la crítica institucionalizada, que confundía su personalísimo tono con ineptitud. Pero no habría de de preocuparle, pues ya con su primer libro (Ahora y en otro día, 1955) fundó una renovación casi de escuela en la lírica hebrea, que andaba necesitadísima de la expresión de unos valores como los suyos: conciencia histórica, conciliación, cotidianeidad, vitalismo, exquisitez discursiva y, sobre todo, actualidad. Hoy por hoy, tras una dilatada obra, quien en sus inicios era considerado un poeta revolucionario, se ha ganado a versos el membrete de poeta oficial al que todos conocen en su país, un emblema nacional, alguien en quien reconocerse.

¿CÓMO COMENZÓ UNA BANDERA?

¿Cómo comenzó una bandera? Supongamos que había algo entero

como un vestido de mujer a la que se añora. Después se rasgó

en dos y fue suficiente para dos campamentos enemigos.

O como una hamaca rota en un jardín abandonado

de mi infancia, jirones de una tela de rayas ondeando en el aire,

o que llores a su lado, que la traiciones o la olvides.

No sé: en mis guerras no iba el abanderado

ante el campamento ennegrecido por nubes de polvo y humo.

También he visto cosas que empezaron como una primavera

y terminaron con una retirada apresurada en la pálida arena.

Estoy lejos de todo eso ahora, como alguien que

en medio del puente olvida los extremos,

y se inclina sobre la barandilla

mirando las aguas que fluyen abajo

y que también son una bandera.

YEHUDA AMIJAI

l Un idioma, un paisaje

Hiperión, 1997

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