Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Delulu es la solulu

En estos días de deliciosa primavera en pleno invierno técnico, no puede uno abstraerse de pensar que esta temperatura y esta luz no auguran nada bueno, más bien confirman que, por más que algunos irreductibles quieran negarlo, el clima no es lo que era. Ante esta tenebrosa maravilla caben dos actitudes: agobiarse por un futuro Mad Max, de secarral, chicharra y mosquito, convertido en rasgo estructural y crónico, y no estacional, o bien relajarse y disfrutar, sin pensar en qué cruel pueda volver a ser el verano un año más. Es una situación que nos invita a vivir el momento sin mayor ansiedad por lo que está por venir, acerca de la que uno divaga un sábado radiante cuando, de pronto, se te pone ante los ojos una noticia de las que se leen sobre todo los fines de semana: “Impera la era delulu: los jóvenes se autoengañan para ser más felices”. Pareciera alinearse con la rareza climática. “Delulu es la solulu” es una frase que impera en la red TikTok, con más de 5.000 millones de repeticiones. Sus abanderados son mayoritariamente de la llamada generación Z, nacidos entre los años 1995 y 2000. Los jóvenes, como el clima, son los de su tiempo, y rechacemos la patética denostación que hacemos los mayores sobre su fragilidad, poca “cultura del mérito” –expresión repelente–, eso que ahora llamamos Generación de cristal, que es la que sucede inmediatamente a la Z. Ahora resulta que los baby boomers éramos unos jóvenes respetuosos con mayores y profesores, muy estudiosos y hacendosos, y todos leíamos a Delibes, a Cervantes y los tratados de semiótica infumables de Umberto Eco. Como decían Faemino y Cansado: “Qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard”. Un bucle melancólico –expresión que Jon Juaristi acuñó sobre la mitología de la patria vasca– como la copa de un pino carrasco. Antes, como ahora, imperaba el iletrado funcional en las clases: no seamos cuentistas a costa de los nuevos.

La filosofía Delulu es abrazada por unos jóvenes que no tienen nada fácil su futuro, por mucho que los melancólicos idealistas te digan que el nuestro (cincuentañeros y más) era mucho más austero, exigente y meritocrático: yo lo tuve más fácil que mis hijas, dónde va a parar. Antes de terminar la carrera ya tenía trabajo bien remunerado y prometedor. Que los jóvenes a los que se les presenta un porvenir poco promisorio se monten una película fantasiosa a sabiendas de que los es, sólo para no estar en permanente estado de ansiedad climática, laboral y financiera, es una buena solulu vital. Para vivir con aire en los pulmones.

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