Encuesta arriba

En las encuestas se ven cambios vertiginosos. Será que los hay, pero también vienen bien para venderlas

Lejos de mí hablar de política en estos días. Me gustaría hablar de sociología, pero me faltan los estudios de base. Así que me quedaré en el asombro, que es, según los griegos, el inicio de la sabiduría. Me pasman las variaciones en las encuestas que se publican casi a diario. Hay tendencias al alza, a la baja y claramente ondulantes, como una mar picada.

No las niego porque confieso que no sé de sociología, pero sí me extrañan unos cambios tan drásticos cuando a mi alrededor no conozco a nadie que cambie de voto de un día para otro y al día siguiente otro. Y mucho menos a tanta gente como para cambiar en tres días el signo del resultado electoral.

Mi experiencia particular y limitada es que los votos son bastante fijos, con fidelidad de club de fútbol casi, y que en muchos casos tienen un peso generacional. ¿No conocen ustedes bastantes personas cuyo sentido del voto es completamente heredado? A mí siempre me han hecho mucha gracia los que son anarquistas por tradición familiar, aunque no puedo ser el primero en tirar la piedra porque a los marxistas también les choca bastante un liberal pobre, por mucho que yo piense que podría explicarlo.

No me quiero ir del tema. Será verdad si lo dicen y yo no dudo de la honestidad de la mayoría de las encuestas, salvo las de algunos que fuerzan los resultados con tenazas. Pero a bote pronto me extraña tantísimo cambio de voto en tan poco espacio de tiempo. He conocido algún converso político en un sentido o el contrario, pero el proceso ha sido muy lento, dubitativo, con pasos atrás, con hesitaciones, sin volantazos bruscos. Un cambio de voto se lleva casi toda una legislatura de cuatro años de juicio. En poco tiempo, puedo comprender el salto del voto a la abstención, si te desinflas, o algún movimiento entre los bloques o los partidos limítrofes, pero suelen ser casos puntuales, puntillosos, puntiagudos.

En las encuestas se ven cambios vertiginosos. Será que los hay, pero también vienen bien para venderlas. No van a publicar cada dos días la misma encuesta durante toda la campaña. Si queremos emoción hay que darle movimiento, vértigo, peligro y mucho suspense. Puede que dos días antes de la votación veamos “repuntes” que las acerquen a las valoraciones iniciales, como una montaña rusa que acaba justo donde empezó. Así lo cortés del acierto no quitará lo valiente de las emociones fuertes durante todo el escalofriante recorrido.

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