Ruido

Si sufre alguna jaqueca o necesita descanso, baje al bar y tómese algo fresquito. Un clavo con otro sale

Dicen que Granada es una de las ciudades más contaminadas del Reino de España por culpa del tráfico rodado y aunque nuestra maravillosa línea uno, uno y única, del metropolitano ha ayudado a bajar los niveles de gases, nitrógenos y derivados, ni con esas nos libramos de tener los pulmones ennegrecidos. Además de los pulmones, creo que los granadinos debemos de tener otros graves problemas de salud, en particular en el órgano sensorial cuyos pabellones externos se encuentran en ambos lados de la cabeza y que vulgarmente conocemos como orejas; de las cuales cada uno tiene un par de forma y disposición más o menos agraciada.

Esos pabellones auditivos externos, que son cosa exclusiva de los mamíferos, sufren en el caso de los granadinos una continua estimulación que llega al oído medio e interno y por las vías nerviosas correspondientes, llámese par craneal VIII o nervio auditivo, terminan en la corteza auditiva temporal de nuestro cerebro. Y ahí, en la parte más noble de nuestra anatomía, por eso nos llamamos sapiens, es donde empieza un grave problema. Y les explico dos casos en que las orejas granadinas, y sus cerebros, sufren una agresión.

Imagínense ustedes que viven en un primer o segundo piso de nuestra encantadora ciudad, tan conocida por sus bares y sus terrazas donde se degustan las tapas que nos hacen famosos, y ustedes tienen la endemoniada suerte de tener uno de esos bares y terrazas bajo su domicilio. En estas épocas de verano podrán disfrutar de todas las tertulias que por encima de muchos decibelios les harán coparticipes propios y extraños. Todo sea para que la economía funcione y la ciudad siga en el candelero.

O imaginen que próximo a su domicilio, y aquí no importa la altura del piso, hay algún centro escolar con un lindo patio donde sus alumnos y alumnas reciben la adecuada formación. Formación en educación física y/o artística para ser en el futuro claros aspirantes a triunfar en algún programa televisivo en que se exhiben las capacidades deportivas y/o artísticas patrias. El nivel de intensidad de la música emitida en los patios para entrenar y ensayar todas sus acciones pondrá a prueba al susodicho par craneal VIII. Y si llega el final de curso y hay que ensayar, desde las 9 de la mañana a las una de la tarde durante toda una semana, todos los bailes festivos de la despedida anual, entonces puede que su corteza cerebral comience a colapsar y deje de ser sapiens. Si sufre alguna jaqueca o necesita descanso, no se preocupe, baje al bar y tómese algo fresquito. Un clavo con otro sale. Vale.

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