La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La col de la peluquera

Si quitamos el ruido del relato de los partidos, es el voto de moderación lo que hemos reforzado este 23-J

Me confiesa mi peluquera que el domingo se quedó con ganas de emborracharse. No le pregunté, pero imagino que en un barrio trabajador de Granada, para una familia de clase media, la victoria interruptus de Feijóo se traduciría en no sacar el cava del Mercadona del congelador.

No fue la única. Ni fueron pocos tampoco los que tuvieron que improvisar, balcón-andamio incluido, para celebrar la larga tradición que estamos construyendo en España dándole la vuelta a las encuestas (¡Ese Tezanos!). Me quedo con dos imágenes: la de María Jesús Montero en Ferraz, literalmente desatada, pegando saltos de alegría sin creerse el nuevo capítulo de resiliencia de Pedro Sánchez, y la de Isabel Díaz Ayuso, de rojo provocador poniendo el contrapunto a la imagen borrosa del PP en Génova.

Todo esto lo habrán visto, en directo y en diferido, con análisis sesudos, lecturas frívolas y guiones maliciosos. De la España que resiste a la que va directa al abismo. Pero en una resaca electoral, donde todos tiran de estrategia para colocar su mensaje y todos terminamos repitiéndonos, me sigue sorprendiendo la perspicacia y frescura con que, a pie de calle, se puede sintetizar el estado de ánimo de todo un país.

Mi peluquera. Me dice que el problema no son el PP y el PSOE (en realidad me asegura que le da igual si gobierna uno u otro) sino los de “alrededor”, los radicales. De un lado y del otro. Lo del refrán ese que dice que, cuando coges una flor, “te tienes que llevar las hojas de alrededor”. ¿O no era así? La corrige una compañera y la cosa queda sin tanto glamour: resulta que no es una “flor” sino una “col”, pero nos vale. Cuando llego a casa, me saca de dudas la web del Cervantes: viene del lenguaje oral y se refiere a cuando el afecto que se siente por alguien se extienda a quienes le rodean, con sus defectos y virtudes. Y tiene una variación preciosa: “Quien bien quiere a la rosa, aunque se pinche, no se enoja”.

Rosas o coles. Si quitamos las hojas de alrededor, es la moderación del bipartidismo lo que hemos reforzado este domingo 23 de julio aun dejando un escenario de muy difícil gobernabilidad. ¿Pero no es así España? ¿No somos un país cada vez más complejo y diverso? Ni en las Cortes ni en Moncloa podemos aspirar a reflejar la imagen de un espejo que no somos. Incluida esa España acomplejada y timorata en la que muchos socialistas han salido de su hibernación por dignidad. No sólo se trataba de frenar a Vox.

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