Bruja negativa

Cuántos objetores de la Feria sucumben ante la ciencia infusa de un goce singularmente irresistible

Imágenes del martes de feria

Imágenes del martes de feria / José Luis Montero

No quisiste responderme, bruja de mis tormentos, si la inteligencia artificial se presta a las prácticas brujescas y, con ella, no has de quebrarte mucho las entendederas para formular conjuros a propósito de las más dispares maquinaciones que los precisen.

‒A ti, escribiente chisgarabís, seguro que te vendría bien para escribir tus artículos de plumilla sin aspiraciones, pues tu inteligencia natural es fácil de superar con solo un par de algoritmos.

‒Tú sabes que no, bruja camorrista, que no hay forma artificial de juntar las palabras con las que te digo lo que parece desagradarte, aunque yo sé no es así, sino que te gusta pasar ratos de la Feria conmigo, para así tomarte un respiro en la altísima demanda de hechizos embrujados que has de atender en estos días en que parecen naturales los encantamientos.

‒Voy a reconocerte, zascandil animoso, que acabas por apañártelas para que no desbarajuste todavía más tus entendederas, pero no confundas eso con que puedas camelarme con pretensiones.

‒Soy más voluntarioso y constante que sobrado de inteligencia, bruja difícil, pero creo que acabaremos cogidos por la cintura y que me llevarás de paquete, en tu escoba sin motor, al huerto sideral.

‒Déjate de fabulaciones y no me entretengas más, que se me acumulan las componendas pendientes.

‒Oye, oye, que de eso quería saber, bruja maga: ¿congeniaste con encantamientos a los dos presidentes cantantes, el castellanomanchego García Page, que algo tiene de Mefistófeles bonachón, y el andaluz Juanma Moreno, con apariencia casi de ángel bueno, para que se arrancaran cantando juntos, no en la Feria, pero sí con el ambiente propio, el himno de Andalucía a guitarra?

‒Yo soy una bruja apolítica, reporterillo de barrio, y no me complico por trifulcas ante las que hasta los hechizos se tuercen, aunque ‒sé que me lo vas a decir‒ a veces te parezcan obra del mismísimo Satanás las políticas componendas de la ocasión, las coyunturas y el interés.

‒Pues me dio que no eras ajena a ese acercamiento político y cantarín, si bien tampoco te faltaran recursos para hacer que Page se viniera arriba y sostuviera que las sevillanas, como casi todas las músicas populares de España, provienen de la seguidilla manchega. No se abrió la controversia, en cualquier caso, sobre la patria de las sevillanas, y la cordialidad y el buen entendimiento parecían, bruja apolítica, un hechizo de prueba, por si resultara posible aplicarlo a otras desavenencias mayores y dar con qué podrían cantar, juntos o a dúo, Sánchez y Feijóo, rendidos al mayúsculo hechizo del consenso.

‒Ni reunidas todas las brujas del más ingente aquelarre, para formular un desmedido conjuro, con la dirección de coro a cargo del satánico Lucifer, cabe pensar en ese efecto. Y no me digas que ni Dios mismo lo alcanzaría, ya que, además de apolítica, soy atea.

‒Que te crees tú eso, bruja de la negación. Has de saber que esta, sí, la negación, toma sentido y naturaleza precisamente por lo que se niega, pero vamos a dejarlo ahí y no te crisparé al decir que puedes acabar siendo lo que afirmas que no eres.

‒Otra vez diciendo sin decir… y diciendo, articulista negado, como esos objetores de la Feria que se acercan al real, con ínfulas de antropólogos y sociólogos, en visita de campo, y sucumben ante la ciencia infusa de un goce singularmente irresistible.

‒¿Y yo, bruja negativa, cómo demonios ‒hasta acabo invocándolos‒ puedo dejar de tener un no por respuesta y encontrarte solícita a mis anhelos?

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