Toros

Luis Bolívar, de la ingratitud a la redención en Las Ventas

Luis Bolívar abriendo su faena de muleta con un doblón, en la tarde de ayer en la plaza de toros de Las Ventas.

Luis Bolívar abriendo su faena de muleta con un doblón, en la tarde de ayer en la plaza de toros de Las Ventas. / efe

De un tiempo a esta parte Madrid, su entendida afición, ha perdido el norte sin término medio. O se deshacen en aplausos fáciles, que dan pie a orejitas de chichinabo; o se ponen la venda en los ojos para tomar partido por lo que ellos consideran como bueno, con razón o no.

El más perjudicado por esto fue Bolívar en su primero, un anarromero que se quedó sin picar. Se vio en el temperamento que lució en la muleta, donde, fue progresivamente a menos. Dio igual. La gente se puso de parte del toro y obviaron lo bien que estuvo Bolívar. Ni un olé. No quisieron verlo. Ni siquiera valoraron la estocada final, de manual. Se deshicieron en aplausos al toro y cuatro palmitas para Bolívar. Ver para creer.

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El quinto, de Escolar, fue toro con codicia y mucha transmisión, aunque sólo por el izquierdo, pues por el otro dijo nones. Bolívar anduvo con altibajos. Con la espada, eso sí, anduvo otra vez a un gran nivel; y, lo que son las cosas, esta vez le aplaudieron.

El primero de la corrida, de José Escolar, aunque tuvo cierta movilidad en el último tercio, le faltó raza. Iván Vicente anduvo por encima en una faena solvente y de buen oficio. El cuarto fue una prenda que no cesó de pedir el carné a Vicente, que nada pudo hacer. Optó por abreviar y eso no gustó a los ingratos toristas.

Tampoco se prestó el primero de Aguilar, un escolaráspero y sin clase, sin humillar y pegando tornillazos. No pudo haber lucimiento pero sí mucha entrega del torero, que solventó la papeleta, sin contar el mitin que dio con la espada. El sexto fue un noblote y facilón al que Aguilar tardó en ver. Fue demasiado tarde.

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